Advertencia: podrìa ser (un poco) fuerte para algunas sensibilidades... pero como me dice mi profesor de guión: la vida es así...
Habíamos salido del cine mi novia, Isabel, y yo. Y, para ser sincero, yo tenía muchos, pero muchos deseos de estar con ella, juntos, abrazados, besándonos en un lugar sólo para los dos, sin nadie molestándonos, poder estar desnudos, sentir su aliento, su respiración agitada, su sudor. Así es como supongo (o suponía) que debían ser las cosas. Nunca he tenido sexo a pesar de que tengo 21 años y ser virgen, a mi edad, es un karma que nadie quiere cargar. Todos ya han tenido experiencias, todos me hablan de que eso es rico, que es lo mejor, que delicia, pero no puedo decir ni opinar nada; soy virgen, soy un hombre virgen y eso es mucho.
Bueno, mi novia y yo habíamos salido de cine y yo tenía ganas... hasta ahí todo iba bien. Llevábamos muy poco tiempo juntos, tres semanas alrededor, y eso ya es mucho tiempo, ya tenemos confianza, ya era hora de que “soltara algo” (no me gusta hablar así, a mí siempre me enseñaron a hablar bien, pero sí así dicen mis amigos de la Universidad...). Antes de tomar el taxi nos detuvimos, la besé apasionadamente buscando encender su pasión, sus deseos más oscuros, su lujuria, su... error. Ella se apartó de mí, enojada, hecha una fiera y me dijo que era un irrespetuoso, que yo siempre pensaba en eso, que sólo quería eso, que ella no era de esas, que me abriera pa’l carajo, que comiera mierda pero ella no era una cualquiera. Ah! Y que ya no éramos novios.
Allí se fueron mis esperanzas de ser normal, de sentir lo que todos sienten... me dio coraje, ira, impotencia; tuve ganas de salir corriendo a un baño a tocarme, a consentirme como siempre lo he hecho. Es que eso me pasa por seguir los consejos de mi mamá: a las mujeres se las respeta mijo, uno no es cualquier cosa como pa’ que lo traten mal a uno. Ja! Por tratarlas bien es que me ha ido como me ha ido. Ya estaba harto de ser diferente; quería sentir, experimentar el placer que todos sentían. Hubiera sido capaz de violar a cualquier mujer que se me pasara por el frente. Y quizás lo hubiera hecho si no es porque en ese preciso momento me sonó el celular. Era Jimmy, mi mejor amigo. Él si era un hombre, un macho, si podía con todas, ninguna se le resistía, con todas podía, él cada ocho días estaba con alguna diferente, y nos contaba las faenas que armaba, tan sensuales, tan calientes, tan envidiables por todos...
-¡Quiubo! Está todavía con su novia? – preguntó apenas le contesté la llamada.
-No... es que terminamos...
-¿Y qué? ¿Le soltó algo o no fue capaz? –él era el único que sabía que yo era virgen, que yo (en sus palabras) todavía no había probado mujer.
-No, nada de nada...
-Ahhhhh pero usted es mucha gueva ¿no?
-Estoy aburrido, ya quiero de una vez por todas...
-¿Seguro? ¿Ya no te importa el cuentico ese del amor ni de la mujer adecuada? – me interrumpió.
-No, me he dado cuenta que eso es...
-Dígalo, dígalo, pura mierda...
-Sí –dije, decepcionado de que las enseñanzas de mi madre no sirvieran absolutamente para nada. Bueno, para algo servían: para que me vieran la cara de idiota.
-¿Y tenés muchas ganas?
-Vos sabes que si, tengo mucha piedra, estoy mamado, me quiero ir a mi casa...
-Te tengo la solución –me interrumpió -. Vos tenés muchas ganas ¿Cierto?
-Sí.
-Yo estoy en mi casa aburrido, desparchado; yo quería dormir, descansar... pero si un amigo, mi hermano del alma me necesita pues me sacrifico ¿Dónde estás?
-En los cines de Chipichape...
-¡Perfecto! Encontrémonos en media hora por los paraderos de bus ¿Listo? Y yo te recojo en taxi pa’ que vayamos por allí.
-¿Adonde?
-No preguntés, es una sorpresa.
Y colgó. No tenía muchas ganas de salir pero prefería eso a quedarme en mi casa viendo películas donde los personajes sí lo hacen. Y en cantidades.
Es sábado en la noche. Son más de las once y estoy muy asustada. Tengo miedo, quiero llorar pero así nadie me contrataría. Es mi primer vez y me da asco, demasiado asco. Pero si no lo hago no voy a poder pagar el plan del celular (estoy debiendo como $300.000), ni el semestre ni comprarme ropa pa’ la universidad. ¿A qué hora se me complicó la puta vida? Mi papá me dijo que trabajara que él no me iba a estar costeando tanta maricada, y conseguir un trabajo bueno, donde paguen bastante por hacer casi nada es difícil. Y ahora estoy de puta, como una vulgar puta esperando que alguien me escoja. No importa si estoy en una casa de citas, una puta es una puta en cualquier parte, así el lugar sea de categoría. Marcela me convenció, me dijo que esto era fácil, que había que hacerle consumir al cliente la mayor cantidad de licor, que luego comérselo es sencillo, que cuando me paguen me va a gustar más, que ningún novio le paga a una por dárselo... y estoy aquí sola en un lugar grande, de paredes blancas, luces rojas, mucha música, humo de cigarrillos, risas, olor a sudor. Marcela no vino, llevo como dos horas aquí sentada y ningún cliente me escoge. Creo que todos saben que soy nueva y por más que el administrador les dice que me prueben, que soy carne fresca y tiernita nadie me escoge porque me ven la cara de miedo y de asco y de fastidio. Entraron dos jóvenes, uno se le acerca al administrador y hablan, nos llaman a las que estamos disponibles. Y yo me acerco, miro al suelo, nos exhiben a todas. Uno de ellos escoge a una, el otro no habla, le dicen que coja cualquiera, que todas son lo mismo, yo miro al suelo, y el otro me escogió a mí.
-Me demoré porque tenía que sacar primero plata del cajero ¿Hace mucho estabas ahí? – me preguntó Jimmy, venía bien vestido y perfumado.
-Pues sí, desde que colgamos.
-Fresco hermano que yo lo voy a recompensar.
-Jimmy ya no tengo ganas de salir ningún lado...
-Vos sí sos mucho aguafiestas Carlos. Espérate que la vas a pasar mejor, vas a ver, te lo aseguro. Esta va a ser una de esas noches que nunca vas a olvidar. Te lo prometo.
Y le dijo al taxista que nos llevara al lugar que yo le dije ¿Se acuerda? Al que queda por la Avenida del Río. Fui mirando las calles, los carros, la gente. La ciudad parecía salir de fiesta. En contados minutos paramos al frente de una casa, sin ningún tipo de letrero. Afuera estaba un tipo, un portero, que nos abrió la puerta. Entramos. Fue entonces cuando me sorprendió ver mucha gente dentro, sentadas en mesas, escuchando música. Todo se veía rojo por las luces, y había muchas mujeres, muy bonitas, más bonitas que las novias que había tenido. Estaban vestidas provocativamente, con blusas escotadas que dejaban ver sus hermosos senos; minifaldas que exhibían unas piernas bien contorneadas; y ni que decir de esas caderas, o esos labios.
-¿Qué es esto Jimmy?
-Es una casa de citas. Acá vas a ver unas peladas que están re-ricas... -le hizo señas a alguien para que viniera donde nosotros-.
-¿Son putas?
-Nooooo, son hermanitas de un hogar de rehabilitación. Claro que sí parce. Fresco que yo le invito.
-Pero yo no quería que mi primer vez fuera así...
-¿Querés seguir siendo virgen? ¿No cierto? Entonces dejá de ser tan marica y proba de una vez por todas que es lo que se siente.
-Buenas noches señores –nos saludó el tipo al que Jimmy había llamado.
-Buenas, es que quisiéramos ver el personal para pasar un ratico aquí tomándonos unos traguitos pa’ luego... usted sabe.
El señor llamó a las muchachas. Ellas se hicieron frente a nosotros. Jimmy las examinó minuciosamente y escogió a una. Las demás se quedaron esperando mi decisión.
-Vé... escoge pues...
Y vi a una chica que estaba escondida entre ellas. Miraba al suelo, parecía tímida, diferente, tenía unas facciones muy delicadas. El señor, al ver que yo la miraba a ella, se asustó un poco. La escogí.
Llevamos cuarenta minutos sentados los cuatro alrededor de una mesa. Wendy está con el otro muchacho, el que se llama Jimmy, y ya está muy prendido. El mío, el que me escogió se llama Carlos y no hablamos, estamos tomando el trago que los otros dos nos pasan. Wendy me hace caras, que le hable, pero no soy capaz. Ella si puede hacerlo, tiene más experiencia que yo, le toca las piernas, le acaricia el pecho, le pasa la mano por todo el cuerpo, le agarra allá abajo. Yo ni siquiera me he presentado con Carlos (yo sé que se llama así porque el otro le dice Carlos, hace algo pues, no seas marica). No he sido capaz de decirle yo también tengo pena, tranquilícese, me llamo Ximena. Ambos somos un par de cobardes; parece que para él también es la primer vez: su primer visita a un prostibulo, y tan de malas que le tocó con una primípara. Que pecado, se ve que es tan puestecito, tan dulce, tan respetuoso. Wendy se levanta con el otro y nos llaman. Nosotros nos levantamos y los seguimos, subimos al segundo piso donde están las habitaciones. Arriba nos meten a un cuarto y ellos entran al de enseguida. Tengo miedo, ya llegó la hora de hacerlo, ya comenzó mi puta vida.
La muchacha y yo nos quedamos en un cuarto. Había una cama en el centro, al lado una mesita de noche y dos condones encima y un par de bananas, al fondo un baño estrecho. Me senté en la cama y ella me siguió. Pasaron cinco minutos y no hablábamos para nada. Sólo miraba al suelo, me sudaban las manos, no estaba excitado. Tenía a pocos centímetros la puerta de entrada al cielo, la posibilidad de perder la virginidad, la oportunidad de tener algo que contar en alguna ocasión, una excusa para excitarme en siguientes ocasiones... y no hacía nada. Ella de improviso me tomó la mano, suspiró, y me dijo tenés miedo? Tranquilo, quitate la ropa que ya verás como todo va a pasar. La miré a los ojos, parecía sincera y le hice caso.
Yo tengo susto y él también. No hablamos ni nos miramos. Él parece dulce y tierno. Parece de esos que lo respetan a uno, se preocupan por uno, de los que te preguntan ¿te gusta? Y te hacen suavecito pa’ que uno lo sienta rico... ojalá fuera así... pero si está conmigo, que soy una puta (para él) es porque no es así... y tipos como él me va dar de comer, me van a pagar el semestre y las cuotas atrasadas del plan, me van a comprar la ropa que necesito y me van a dar la plata pa’ ir a cuanta rumba se me dé la gana. Marcela me dijo que esto iba a ser fácil y si pa’ ser feliz me va tocar hacer esto una y otra vez pues... que sea de una vez por todas. Hijueputa, yo porque no me emborraché como el otro man... aquí vamos...
Ambos nos desnudamos. Yo estaba sentado en la cama, ella estaba de pie. Vi su cuerpo, sus pequeños senos, sus suaves caderas, sus delicadas piernas. Y vi, por primer vez, el sexo de una mujer y era como los que había visto en las revistas, en las películas porno, como me lo habían descrito mis amigos. Sentí la sangre correr por mis venas, sentí el calor, esas ganas. Sí, estaba fierro. Ya no me importaba lo que mi mamá me decía sobre el respeto, iba a estar con una mujer de verdad, con una que tenía demasiada experiencia. Ella se acercó a mí; yo quería olerla, saborearla, probarla, recorrerla, hacerle lo que siempre había anhelado, era una mujer, una mujer de verdad.
-Recostate en la cama pa’... pa’... pa’ mamertelo ¿Sí?
-¿Me lo vas a mamar? –le pregunté sorprendido. Nunca había estado con alguien y me parecía rico poder experimentar todo lo que había oído.
-Ss... sss... sí, dale.
Me recosté en la cama. Ella se sentó sobre mis piernas y sentí su cálido cuerpo, sus rozaron mis piernas y me ericé. Cerré los ojos para ser feliz, cerré los ojos para poder disfrutar el momento. Un segundo, dos, tres, cinco. ¿Esto era el placer? Diez segundos, veinte, treinta, quizás un minuto, no sentía nada. ¿Placer? Sentí un sollozo, abrí los ojos, ella lloraba a mi lado.
-¿Qué te pasa? – le pregunté mientras me incorporaba.
-No puedo... –dijo. Sus manos cubrían su rostro y no me dejaban verlo.
-¿Por qué? ¿Me huele feo? Espérate yo me lo lavo y seguís ¿sí? No llorés, que yo me lavo y seguimos...
-No es eso...
-¿No? Entonces qué... ¿Lo tengo chiquito?
-No... es que yo... yo... perdoname...
-¿Qué pasa?
-Es que... yo.. no... yo no soy una puta mirá. No soy una puta, es mi primer vez aquí, sos mi primer cliente y me produce asco...
Me senté a su lado, sin saber que decir. Al otro lado Jimmy y Wendy parecían divertirse. Gritaban, sonaban golpes en las paredes, gemidos. Y nosotros en silencio. Me llevé la mano a la cabeza. No sabía que pensar; una puta era una mujer que nadie debe respetar y terminé respetando a una principiante, a una que me pedía (de alguna forma) respeto. Me levanté, me vestí y salí sin ni siquiera mirarla. Bajé las escaleras y salí del lugar, me fui hasta la esquina y ahí me quedé a esperar que Jimmy saliera. Me sentía como un idiota, un bobo que no era capaz de olvidar todo lo que creía para ser feliz. Quizás sería virgen para toda la vida, quizás lo mío era meterme a cura y dedicarme al celibato. Tal vez era un mensaje de Dios que me decía que yo era un alma buena, que no ensuciara así mi semilla, que mi camino no era ese, era a su lado condujendo su rebaño, que lo perdonara. ¿Qué lo perdonara? Esa voz, la de la última frase no era la voz de mis pensamientos, era su voz, la de ella, que estaba a mi lado, vestida, con el maquillaje corrido, había llorado, estaba mi lado.
-Perdóname... pero era mi primer vez...
-La mía también lo iba ser. – le dije aburrido.
-¿Tu primer vez con una prostituta?
-No, con una mujer... soy virgen.
Ella se quedó callada, me acarició el cabello.
-Entonces no lo hagas con una puta ¿Sí?
-Es que ya estoy cansado de serlo. He estado a punto y no he podido. Mi mamá casi me pilla una vez, la otra dijo que no porque quería ser monja, otra quería llegar virgen al altar, otra tenía el período, la otra me dejó hace nada...
-Ya llegara alguna con la que podás estar tranquilamente. No te preocupes. Eso llega y se da cuando menos lo esperas...
-¿Vos sos virgen?
-No, la perdí a los 14 con mi novio de esa época...
-Lo decís así de sencillo porque ya lo has hecho miles de veces con tus novios...
-¿Sabes que no? De todos con los que he estado no he disfrutado ninguno... párate, vamos a buscar alguna cafetería abierta y nos tomamos un café y charlamos...
Me levanté, la tomé de la mano y fuimos hasta la panadería más cercana. Nos sentamos en una mesa, el lugar estaba casi vacío. Tomamos un café, ella me hablaba de sus experiencias, de sus problemas, de su desesperación. Algunas personas tienen problemas más graves que los míos. El panadero me miraba feo porque yo estaba sentado con una prostituta en su negocio. Las calles estaban solas. Y hablamos y hablamos y hablamos y hablamos.
Ya han pasado mucho desde que lo conocí. Esa noche fue muy linda, fue lindo poder conversar con alguien y decirle todos mis problemas, que me oyeran, oírlo confesar cosas; reírnos de nuestras anécdotas. Él es muy lindo, demasiado lindo. Es dulce y romántico, cariñoso. Nos hicimos amigos, me ayudó a encontrar trabajo, me prestó de su dinero para ir solucionando mis problemas económicos. Me salí del plan y me metí en un prepago. Nos hemos tomado cariño, muchito cariño. Salimos, nos reímos, vemos televisión, vamos a cine, comemos, vamos a bailar con Jimmy y la niña de turno. Lo hemos hecho varias veces y es todo un señor para esas cosas. Creo que somos novios, creo que nos queremos, él es muy lindo y hoy va a venir a mi casa en la noche, estoy sola y me voy a vestir muy sensual. |