El poeta se encuentra perturbado: La vida lo ha golpeado sin consuelo. El golpe fue mezquino, y con recelo, Ha dejado una herida en su costado. En callar de monje ensimismado Ha quedado la voz de quien con celo Exigía de Dios su fiel anhelo: De la vida no haberse enamorado. De lo inmóvil, lo dúctil, lo sombrío, Lo vano, lo escualo y lo escondido: No deseaba diluirse en ese río. ¿Y de la muerte? Apócrifo desaire: El pasar largos años en la tierra Para luego tornarse en polvo al aire. © ®
Texto agregado el 26-10-2005, y leído por 109 visitantes. (0 votos)