Ya el dolor de la noche en su agonía
Se acuesta a transpirar el humo fino
Del suave, dulce y delicado vino
De un racimo de un uvas de ambrosía.

Ya el silencio que escapa y te vería
Se ha perdido en el oscuro desatino,
Del genio que se esconde y que divino
Sobre el bosque sus mortajas vertía

Tu nombre se fue rumbo al Oriente
Llevando en sus espacios la mirada
Prendida de la albura del silencio

Y en desliz trasladóse al Occidente
Portadora de belleza inanimada
Observaba el espíritu de un necio.


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