¿Cuantas veces hemos juzgado a la gente por su imagen?
¿Desde cuando caímos en tal abismo tan patético en etiquetar a una persona por un gusto o modo de vida?
¿Nos gustaría que la sociedad se cerrara y nos apuntara con el dedo por ser diferentes?
Es un tema con el cual me e agobiado mientras fumo un cigarro, observando los horizontes montañosos que veo desde el campus de donde estudio.
Acertadamente, la gente te mira con cierta maña y frialdad, tal es su cinismo e hipocresía que sin conocer ni una pizca de tu personalidad, creencia, filosofía o en si tu esencia, a tus espaldas a de hablar mal, creando un maldito “prejuicio,” fomentando enemistades sin justificación alguna; recuerden que, aquel ignorante que no comprende, el solo teme, o detesta.
Un buen ejemplo de ello es la imagen, dependiendo de la ropa que lleves puesta es la reacción que se obtiene de la gente, siendo que su semblante es diferente por como te vistes, mostrando aceptación, rechazo, temor u odio, y es tan desgarrante la idea en que ellos solo se basan en ese aspecto tan superficial, a tal grado mi exasperación que me dan deseos de asfixiar su mirada una vez por todas; Y sin embargo, no dejan de ser humanos.
Siempre e pensando, el prejuicio es la mayor estupidez con la cual, la sociedad etiqueta al hombre individual o algún grupo social, y a consecuencia, se crea el muy odiado por mi “esteriotipo”, siendo precisamente una idea sin fundamentos mal planteada, creando una idea errónea.
El sujeto esteriotipo, quien se basa en las ideas generales de la gente, se inspira a llevar a cabo aquella acumulación de conocimiento basado en el prejuicio social, siendo que, no tiene el conocimiento verdadero de lo que seria aquella manera de ser, siendo solo una copia tan vacía sin ideas propias.
Y solo así, les concluiré todo esto en una simple metáfora muy trillada:
“No juzgues a un libro por su portada” |