(El Gran Masturbador, Desafio a la imagen Nro. 5)
Nos besábamos apasionadamente y tu boca cubría la mía,
formando una sombra única, que hacía gala de la pasión,
que entre nosotros existía.
Sobre nosotros una gran masa, amarilla y deforme surgía,
de entre caricias y pelvis húmedas, que exhibía los sentimientos
que entre nosotros había.
Tanto era el amor en aquel desierto, que hasta calas florecían,
luchando contra mis pechos, que desplegaban el suave olor,
que nuestro amor ofrecía.
Soplaba el viento sin piedad, que a nuestros ojos enceguecía,
sujetados por piedras y hasta un anzuelo, que daban cuenta de la fuerza,
que con ímpetu poníamos.
En este encuentro furtivo estábamos, sin reparar en nada más,
no miramos los peñascos ni al solitario fisgón, que con sus manos venturosas,
saciaba su cuerpo solitario, serenando su razón.
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