¿Qué idea pudiera llenar mi vacío,
Sino la de la mismísima nada?
La nada en contraste,
La nada como consuelo,
La nada aguardándome.
A cada paso una posibilidad,
Un puente, un anzuelo.
Dentro de lo efímero,
Una continuidad absurda
Se agita y levanta el polvo de la existencia,
Que pretende ser motivo de sí misma,
Que debiera permanecer estancada.
¡Cuánta perturbación innecesaria!
Y cuánta angustia inexorable se extiende
Entre carne, plástico y sesos.
Pero en el aturdimiento,
La atrevida subversión de tus encantos,
La simbiosis de lo simple y lo complejo,
Me ata al absurdo y al dolor con cierto placer.
Pero la felicidad, me has enseñado,
Es sólo ganas de no morir.
Y no es para menos vivir
Cuando en tu ser veo mi camino,
A la justa extinción, a la nada,
De tu mano, compañero.
|