-¡Tabernero! Sírvame otra copa por favor.
-Lo siento señor, pero la verdad es que sólo lo esperaba a usted para cerrar.
-A ver... si me da unos segundos creo que podría descifrar lo que acaba de decirme. Por que ha de entender usted que me a tomado por sorpresa su declaración y no puedo evitar que decenas de interrogantes se aglutinen en mi mente generándome un gran conflicto.
Porque según entiendo, usted no me conoce. ¿ Es correcto eso?
-Absolutamente señor. Es más, creo que es primera vez que lo veo por aquí, y me jacto a menudo de ser un muy buen fisonomista.
-Precisamente eso es lo que me a desconcertado señor. Porque: ¿Cómo es que una persona que no me conoce y sin haberme visto nunca antes me declara abiertamente que sólo me espera a "mí" para cerrar su negocio? Y luego me surge otra pregunta:
¿Por qué, si me espera para cerrar, lo que ya es extraño, considerando que llegué a este lugar ya ha más de una hora, no me espera también para abrir?
Y otra pregunta: ¿Qué hubiese sucedido si yo no me aparezco por este lugar?
¿Habría esperado a otra persona, o debo creer que simplemente no podría usted cerrar la taberna?
Por otra parte debo confesar que nunca nadie me esperó para realizar algo, por el contrario, el mundo a caminado hasta hoy sin mi participación. Pero ahora me encuentro que aparentemente soy indispensable para que alguien, que es usted realice una función tan simple como es cerrar su taberna. No sé cómo sentirme, si halagado como si fuera un escogido o como alguien que está siendo objeto de una broma...
-Perdón que lo interrumpa señor en sus cavilaciones, pero lo único que quise manifestarle era que ya estoy por cerrar y esperaba a que usted terminara para hacerlo. Eso es todo.
-Claro. Muy claro... Pero hay un detalle que me inquieta mayormente ahora, y es el simple hecho de que yo no había concluido aun mi visita a este sitio, y la prueba está en que le solicite un trago más. Y mi inquietud aflora ahora por la posibilidad de que esté siendo discriminado lo que me parecería una injusticia intolerable.
-Creo que me interpretó mal señor, y para demostrarle que está equivocado le serviré el trago que me pidió a pesar de lo avanzado de la hora, mañana debo volver al trabajo, y por si no se ha percatado, usted es el único cliente que está quedando.
-Me he dado cuenta perfectamente que estamos usted y yo solos en este lugar, y si hay alguien que tardó en reparar en ese detalle es precisamente usted, porque cuando yo ingresé aquí no había nadie más. Y siendo así me pregunto cuál es la razón por la que me atendió si lo que quería era cerrar, y si lo hizo, que fue lo que lo animó a cambiar de opinión; y si estaba usted solo, debo creer entonces que me esperaba para cerrar. Sigo confundido; muy confundido.
-Vamos a aclarar esto de una vez. Si lo atendí señor, en cuanto llegó, es porque aún era una hora prudente para hacerlo y de ninguna manera quise ocasionar un conflicto con nadie. ¿Me ententiede?
-Yo no hablaría de conflicto, porque no lo ha habido, sino que diría: ¡confusión! ¡Salud!... Ahora permítame que le manifieste el porqué de esta pequeña confusión y discúlpeme si soy atrevido, pero viéndole mirar constantemente su reloj y de estar preocupado por el mañana que no existe, me doy cuenta que estoy frente a un esclavo más de cosas que tienen apariencia de ser algo pero no lo son. Habla usted de "hora prudente" como si esta además de existir, también tuviera conciencia.
Despójese de su reloj y verá como el tiempo o las horas se esfuman y queda únicamente la realidad, usted y su entorno, nada más. Porque: quién vio o tuvo un minuto en sus manos de manera que pudiera decir: ¡ He aquí un minuto! o ¡una hora! o ¡un día!
¿Quién sabe qué es el tiempo? ¡Nadie! Es tan común que las personas, generalmente, guarden aquello que consideran más preciado, y: ¿Quién ha guardado como un recuerdo un " tiempo" vivido para enseñarlo a alguien después?. ¡Nadie! Sencillamente porque no existe. ¡No es real! Y porqué entonces seguir con tanto afán la huella de algo inexistente, que forma parte de la ficción.
A meditado usted acerca de porqué razón el empleado, oficinista u obrero, se esmera y se esfuerza por llegar a "tiempo", a la hora, a su lugar de trabajo; y cuando lo han hecho se lo pasan todo el día esperando el "tiempo", la hora de salir del lugar al que llegaron corriendo, casi desesperados. Paradojal por decir lo menos ¿No? ¡Salud!
Y del mañana podemos decir un tanto más.
Quién llegó alguna vez al mañana y dijo: ¡Por fin estoy en el futuro! ¡Estoy en el mañana!
Y otra vez la respuesta es la misma: ¡Nadie!
Porque lo que algunos llaman el mañana o el futuro, es el simple y eterno presente desde donde podemos mirar el pasado que alguna vez también fue presente.
Y siendo las cosas así, ¿porqué tenemos que vivir esclavizados marchando al ritmo del tic-tac del reloj o a los números y nombres que se le han dado a los días, como si estos fueran entidades con alguna virtud o poder?
Si ha sido el hombre quien creó el tiempo, ¿cómo es que ha adquirido tanto poder como para dominar con tanta fuerza nuestras vidas? Simplemente porque hemos sobre valorado un instrumento que fue ideado exclusivamente para determinar algún orden, pero se ha convertido en la causa de nuestro propio desorden psíquico, que nos priva de la libertad que decimos poseer, pero que no le permitimos actuar porque está secuestrada y encadenada a los minutos, horas, días, años. Una libertad que da voces de alerta, que el tic-tac del reloj no nos deja oír. Y así nos pasamos la vida contando el "tiempo" transcurrido y mirándonos al espejo cómo envejecemos por el "tiempo" que ha pasado por nosotros como un germen infernal.
¡El tiempo no pasa, no se queda, no va ni viene! Porque sencillamente: ¡No existe¡
Pretender que el "tiempo" existe es como creer que los sueños pueden llegar a ser una realidad, pero todos sabemos que los sueños son meras fantasías que se originan en nuestra mente de acuerdo a las múltiples sensaciones y experiencias adquiridas durante el estado de vigilia. A todo esto: ¿Que piensa Ud. de los sueños?
-Es curioso. A dado usted en el clavo. Porque después de escucharlo con mucha atención, me gustaría que hiciera usted lo propio. Porque este es un tema del cual sí quiero hablar si me lo permite.
-Adelante. Soy todo oídos. Mi pasión es escuchar y aprender, porque como dijo el predicador sabio: Hay tiempo para hablar y tiempo para callar. ¡Salud!
-Pues bien, yo creo que el sueño es una actividad que desde los tiempos remotos a intrigado al ser humano. El psicoanálisis actual ha pretendido dar alguna luz sobre este enigmático tema.
En la antigüedad había quienes interpretaban los sueños de los reyes dándoles a estos, formas de mensajes divinos. Y creo que al originarse en la parte menos explorada por el hombre, el sueño seguirá por mucho tiempo siendo un gran enigma para nosotros.
Sin embargo quisiera referirme un poco a la otra clase de sueño. A esa que reconforta después de una jornada agitada, a ese sueño que milagrosamente ordena nuestras ideas y nos prepara para enfrentar el nuevo día, el día de la esperanza, el día del ¡Ahora sí
Soñar no cuesta nada.
Definitivamente el sueño reconforta, nos permite evadirnos de una realidad que no queremos pero que debemos "tolerar". Y sin ánimo de ser descortés ni grosero, le declaro clara y enfáticamente: ¡Eso es lo que pretendo hacer en este ficticio minuto! ¡Sí! Para poder levantarme en el irreal mañana de modo que el inexistente tiempo me alcance para realizar mis reales asuntos!
De manera que: ¡Tenga usted muy buenas noches!
Si estas existen, claro está.
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