Anduvimos juntos cuando quisimos conocer el secreto. Tendría que haber sido pronto. Antes que se fueran la curiosidad y la magia. Aún antes que surgieran la sospecha y la renuncia. ¿El secreto nunca existió? ¿Es acaso más secreto aquel que sólo uno sabe y que enloquece por tanto guardarlo? ¿Y qué de aquel secreto que todos conocen, pero que nadie repara en él por desidia, por ignorancia, por tantas causas? Habría que rescatarlo, sustraerlo del individuo, arrancarlo de la multitud, de esa abulia que termina extinguiendo la esencia de algunas cosas que resultan vitales. Coincidimos todos en eso –cada uno a su manera– antes de iniciar la búsqueda. Pero, cada vez que creíamos que nos acercábamos más, Ferdinand empezaba a impacientarse, destilando sarcasmos, contagiando desánimos. Yo pensaba –y se los decía– que debíamos mantener los ojos puestos en el Sol, a pesar de que sus rayos nos lastimaran intensamente las retinas; sería cuestión de soportar unos minutos más –quizá días, meses, años– para ver qué había detrás de ese preámbulo luminoso. Pero, no hay secreto. Nunca lo hubo. Y Merlina, que se enojaba tan pronto, observaba con rabia a Ferdinand, culpándole de sus agobios, de toda su pesquisa infructuosa. Desde su rincón, Nicola, en cambio, se encogía de hombros, él nunca quiso entrar en este juego, esquivaba con excusas mi insistencia. Más de una vez me dijo frontalmente que no, con sus brazos cruzados y su mirada perdida, pero luego cedió. Nicola terminaba siempre accediendo a mi pedido. Entonces, en esta búsqueda él estaba de más: nunca deseó tanto como nosotros encontrar el secreto, lo que él quería era celebrar que yo lo hallara, conocerlo a través de mi obstinada exploración y la de Ferdinand y la de Merlina. Pero, aún así, anduvimos juntos en esa búsqueda; y nunca fue suficiente. El secreto se desvaneció en alguna parte y nunca fue de nadie. Pero, aún así, anduvimos juntos; y a cada uno se nos quedó un diminuto rayo de sol atrapado en nuestras retinas para cuando quisiéramos reiniciar la búsqueda por cuenta propia.
|