En las solitarias y oscuras calles de la ciudad de Calama (Chile) vivía Francisco, un chico de 15 años, con sus padres: Carlos y Elena y su hermano Miguel de 14 años, en tiempos de conflictos políticos con países vecinos; sus padres vendían autos y vivían en una residencial a 15 minutos de la ciudad; Francisco y Miguel estudiaban en el colegio nacional: “República de Chile” y cursaban el cuarto y tercer año de secundaria respectivamente.
Francisco era un chico muy inquieto y relajado en los estudios, todo lo contrario de su hermano Miguel, que más bien parecía un ángel según la gente que lo conocía y era sumamente inteligente , eso hacía que Francisco se sintiese deprimido y disminuido en algunas ocasiones, pero había aprendido a vivir con eso.
Día a día, Carlos y Elena salían muy temprano a trabajar y dejaban a una cuadra de su colegio a sus hijos, ellos ingresaban a su centro de estudios y desde las 8am. hasta las 2pm. permanecían en ese lugar.
Francisco era el típico chico molestoso y bromista que hacía reír a sus compañeros de aula, y aunque sus amigos lo apoyaban, el sólo quería llamar la atención de sus padres que más se preocupaban por su hermano menor.
A veces Francisco se deprimía enormemente cuando sus padres hablaban maravillas de Miguel en frente de sus familiares o amigos, ese era el tema de conversación de cada reunión familiar y excluían siempre a Francisco, que tenía que irse a su habitación inmediatamente. Para sus padres Miguel era su bendición y le sacaba en cara a Francisco el hijo modelo que era Miguel cada vez que este cometía una infracción.
Pasaron un par de meses hasta el cumpleaños de Miguel, corría el mes de septiembre, pese a ser su cumpleaños Miguel fue a la escuela, ese día nadie notó que Francisco existía, nadie noto que no fue al colegio, Miguel era el centro de atención en su casa, y es que era perfecto para sus padres, pero dentro de esa figura amable, se ocultaba un alma mezquina y egoísta que solo salía a la luz cuando no había nadie mayor que lo estuviera observando, eso lo sabía Francisco, sus primos y sus amigos, y causaba antipatía por parte de ellos.
En la noche, vinieron a visitarlo todos sus familiares, pero ningún amigo suyo, pero ¿acaso tenía alguno?, su mentira había llegado al punto de que casi todos en la escuela lo detestaban, menos los profesores claro está. Como de costumbre Francisco yacía echado en su cuarto, escuchando las mentiras que hablaban sobre su hermano, por ratos se preguntaba por qué no le prestaban atención y lloraba, hasta que escuchó como sus tíos preguntaban por él y sus padres le decían que estaba de campamento (le habían prohibido que salga de su habitación)
Al escuchar eso de sus padres rompió en llanto y tomo una decisión, como sus padres habían dicho que estaba de campamento, pues se iría, pero no de campamento sino para siempre; así que, mientras todos estaban en la sala, el alistó una maleta y empacó lo que el creía que sería necesario para sobrevivir, el no pensaba volver, estaba nublado por la cólera, no aguantaba dormir un día más con esa gente, le daba asco el pensar que eran sus padres, en eso tomó sus mochila y salió por la ventana de sus habitación sin dejar siquiera una nota o carta de despedida.
Al salir de su casa, se fue al parque central a dormir en una banca, ya que contaba con escaso dinero, al principio no pudo dormir ya que los pordioseros lo miraban como si quisieran algo de él, pero luego logró conciliar el sueño.
Los rayos del sol lo despertaron muy temprano, y por un momento pensó que estaba echado en su cama y cubierto de sus sábanas, hasta que abrió los ojos, se levantó y empezó a caminar hacia la autopista, si tenía algo seguro en la mente era que quería alejarse por completo de esa ciudad y de su “familia”, quería ir al norte, lo poco que sabía de geografía era que al norte estaba Arica y la frontera con el Perú.
Al llegar a la autopista pensó en pedir un aventón que lo llevara hacia el norte: Arica era su destino, mientras caminaba pensaba en si sus padres ya se habrían dado cuenta de su huída, era mediodía y seguía caminando. Por otro lado sus padres aún no se percataban ya que habían salido a trabajar temprano y Miguel estaba en el colegio.
Francisco consiguió un aventón en un camión que se dirigía a la ciudad de Arica y mientras permanecía en el camión se quedó dormido, cuando despertó ya era de noche y estaba en Arica, comenzó a caminar por la ciudad y se sorprendió ya que era muy diferente a Calama, pese a no contar con mucho dinero se hospedó en un hostal y no durmió en toda la noche, estaba hambriento pero quería administrar bien su dinero, pensó en sus familia toda la noche hasta que logró dormir. Para ese entonces sus padres ya se habían percatado de su desaparición, pero pensaron que sería una huída momentánea o que se habría escapado a la casa de algún amigo.
Al amanecer, Francisco se levantó con un enorme peso de culpa, pensaba en cuánto estarían sufriendo sus padres y su hermano, sin saber que hasta entonces ellos pensaban que la huída de su hijo era un capricho adolescente.
Francisco se internó en los sitios más peligroso de Arica luego de salir del hostal, intentó hacer amistades o alianzas para poder sobrevivir, pero sus intentos fueron en vano ya que la mayoría de gente quería robarle en vez de incluirlo en su bando; esa noche la pasó en una banca de un parque.
Al llegar el día, se fue a buscar trabajo, pero debido a su escasa edad no lo encontraba y así pasó una semana, durmiendo en las calles y pensando en su familia; hasta que un buen día, cuando casi no tenía un solo centavo en los bolsillos llegó a una panadería donde el dueño era de Calama, el le contó su historia y lo puso bajo su tutela.
Así, todos los días, Francisco se tenía que levantar desde muy temprano para ayudar a Alfredo (su jefe) a preparar el pan y atender en caja, esa era la rutina que seguía diariamente Francisco en la panadería, que pese a ubicarse en un sitio peligroso tenía muchos clientes.
Un día, después de un mes de haber huído de su casa, cuando le tocaba almorzar, sintió unos mareos que no lo dejaron continuar con sus actividades, el tenía un mal presentimiento.
En Calama, a la semana de la huída de Francisco, sus padres se dieron cuento de su error y empezaron a buscar a su hijo por todos lados; acudieron a la policía y a los medios de comunicación, pero no encontraron respuesta alguna; al no saber nada de su hijo, Carlos y Elena se hundieron en una profunda depresión y esta se volvió adicta al alcohol, por lo tanto Miguel se sentía preocupado por sus padres, más no por su hermano.
Ya nada era igual en casa para Carlos y Elena, no trabajaban, no dormían y hasta algunas veces no comían, cuando se cumplía un mes de la desaparición de Francisco, Elena se levantó al mediodía, tomó el carro y se fue directo a la autopista, ya que había tenido un sueño donde veía a su hijo corriendo por esa carretera, pese a haberse levantado aún estaba un poco ebria; en todo el trayecto Elena sólo pensaba en su hijo, recordó desde su nacimiento hasta su huída, fue entonces cuando no se percató que en la curva que pasaba la cruzó un camión idéntico al que llevó a su hijo hacia Arica, pero cuando intentó reaccionar ya era muy tarde, el auto de Elena se fue contra el camión y chocó bruscamente. Carlos y Miguel se enteraron inmediatamente, Carlos no aguantó el perder a la mujer de su vida y se suicidó, Miguel no sabía que hacer y se echó a llorar, sepultó a sus padres el día siguiente y se fue a vivir con sus tíos Martín y Noelia a Santiago, el negocio familiar quedó en manos de sus tíos. Miguel culpaba a Francisco de todo lo sucedido y juro por el alma de sus padres que se vengaría.
Por casualidades de la vida Alfredo vio uno de los avisos buscando a Francisco y cómo se ofrecía una recompensa decidió mantenerlo en secreto hasta llevarlo donde la policía, mientras tanto Francisco había hecho algunos amigos, estos eran pandilleros de la zona, en realidad estos sólo querían robar la panadería y huir de la ciudad, pero obviamente no se lo comentaron a Francisco.
Esa noche Francisco salió con dos de sus “amigos” a pasear y estos le enseñaron a divertirse en las calles, estos muchachos solían robar y drogarse con el dinero obtenido de sus fechorías. Los chicos llevaron al mal camino a Francisco y lo envolvieron en el mundo de las drogas y el alcohol, lo convencieron de que Alfredo era una mala persona y que solo lo explotaba por ser menor de edad, lo que enfureció a Francisco. Le dieron un revólver, sólo para hacerlo sentir confiado y superior.
Convencieron a Francisco para robar la panadería, lo harían en la noche del día siguiente. Al amanecer Alfredo había planeado entregar a Francisco a la mañana del día siguiente, pero notó algo raro en Francisco, le preguntó que pasaba, pero este respondió amargamente que no le sucedía nada.
Todo estaba planeado, a golpe de las diez de la noche, cuando Alfredo se haya acostado, Francisco haría ruido, distraería a Alfredo y los chicos entrarían y se llevarían el dinero y todo objeto de valor; luego huirían hacia el norte con un auto robado varios días atrás; pero no todo les resultó como ellos pensaban; ya que Alfredo llamó a la policía antes de acostarse para informar sobre el chico que había huído de su natal Calama y les dijeron que en ese instante irían a recogerlo para llevarlo a la comisaría más cercana.
Con diez minutos de retraso, Francisco entró al dormitorio de Alfredo para confirmar que este estaba durmiendo, pero grande fue la sorpresa al encontrarlo cambiado, intentó distraerlo, pero no duró mucho tiempo porque Alfredo escuchó los ruidos provenientes de la panadería y corrió a ver que estaba sucediendo, encontró a cinco sujetos encapuchados extrayendo el dinero de la caja fuerte, en ese momento se aventó contra uno de ellos y amenazó con golpearlo hasta matarlo si no dejaban todo donde está, en eso volteó y le pidió ayuda a Francisco y este, nervioso y pálido, sacó el arma que le habían dado y le disparó a quemarropa matando también al chico que Alfredo amenazaba.
Francisco miró y no había nadie, se perdió en si mismo por un minuto, se quedó estático, hasta que los ruidos provenientes de una patrulla de policía que se escuchaban cada vez más de cerca los hizo huir despavoridos del lugar.
Al llegar la policía, encontraron a dos personas asesinadas y deducieron que se trató de un asalto. Inmediatamente iniciaron la búsqueda de los culpables, que no estarían muy lejos; para entonces los chicos se encontraban ocultos en unos matorrales en la frontera con el Perú, donde pasaron la noche.
Al despertar, Francisco notó que no había nadie, los muchachos se habían ido sin dejar rastro alguno, entonces Francisco se sintió defraudado y recordó lo sucedido el día anterior, lloro y se arrepintió de haber matado a Alfredo, recordó a sus padres con cierta nostalgia, pero era hora de continuar, tenía que huir, dejar atrás todo lo sucedido desde su maldita huída, tenía que salir de ese maldito país que le había ocasionado las desgracias menos deseadas por cualquier persona, entonces pensó en pasar la frontera, era una idea descabellada pero tenía que olvidar todo, y esa era la única forma.
Al mediodía regresó a Arica, como no contaba con el dinero suficiente para tomar un bus hacia Tacna, ni pasaporte, se metió en el guarda-equipajes de un bus y se durmió.
El camino era corto pero fueron intervenidos por la policía, que buscaba a los presuntos criminales, Francisco se reía de ver buscar a los policías tan desesperadamente a los culpables, pero nadie lo veía.
Al llegar a Tacna fue descubierto en el guarda-equipajes del carro y tuvo que huir inmediatamente, corrió por toda la ciudad, no conocía nada, era como un nuevo mundo para él, esa ciudad era muy diferente a cualquier ciudad chilena; inmediatamente busco algún empleo momentáneo para poder comer y lo consiguió en un hotel, de “botones”, su trabajo consistía en llevar el equipaje de la gente que se hospedaba en ese hotel a su respectiva habitación. El hotel se llamaba “La Frontera” y se ubicaba al frente de la Plaza de Armas, era un lugar céntrico y donde concurría mucha gente.
Francisco estaba sorprendido por la facilidad con que había conseguido el trabajo, y se sentía muy feliz ya que podía dormir ahí y le daban comida.
Hizo muchas amistades, Javier que era recepcionista, Camila y Andrea que eran mucamas, Ernesto que era el jefe, que pese a tratar de ser serio por su rango en el hotel era el más bromista de todos; y Carmen, la mujer más hermosa que había visto en su vida, que igual que el, había huído de su casa por problemas con su familia.
Pasaron cinco largos años, Francisco había madurado mucho desde su llegada a Tacna, pero el no quería ser un simple empleado de un hotel, sino aspiraba a algo más; le hablaron de Lima, el lugar más habitado del Perú, ese país que le había dado todo lo que su país natal no le pudo dar. Entonces en secreto quedó con Carmen para irse a Lima.
Francisco no recordaba su familia, hasta que Carmen le contó porqué huyó de su casa, el nunca había hablado del tema, pero ese día se sinceró con ella; desde hace mucho que el la amaba en secreto, y ella también, sólo que ninguno se daba cuenta de lo que sentían el uno por el otro.
A una semana de la expedición hacia Lima, se dio a conocer un gran problema: la guerra, los políticos de Perú y Chile estaban en desacuerdo sobre sus límites fronterizos y fue usado como excusa para iniciar el conflicto. Todos los jóvenes mayores de dieciocho años fueron convocados a luchar por su país.
La rivalidad entre estos países existía desde hace siglos y sólo faltaba una excusa para que estalle la guerra, todos sus amigos irían, Francisco estaba confundido, no le encontraba el sentido de luchar para que otros vivan mejor que él, era muy egoísta.
Decidió irse a la naval, pese a ser chileno, quería luchar por el país que le dio todo, lo que no sabía es que pese a haber olvidado todo, en Chile existía alguien que lo odiaba a muerte, alguien que no veía la hora de ver a Francisco para matarlo, su hermano Miguel.
El ejército peruano había invadido las ciudades chilenas de Arica y Tarapacá, y los chilenos atacaban por mar y por aire, todas las mujeres y niños se ocultaban en sus casas, en cuestión de días la ciudad de Tacna se había convertido en el epicentro de la batalla.
Francisco quería que todo acabase en ese instante, no podía ver a tanta gente luchar por algo que el consideraba abstracto: el poder. Corría por el campo de batalla, auxiliando a mucha gente, hasta que recibió un impacto de bala en el pie derecho que le impidió seguir moviéndose, ¿el autor? Su hermano Miguel, estaba a punto matarlo cuando lo reconoció, se quedó estático, pálido, no pudo pronunciar una sola palabra, Miguel tenía ganas de abrazarlo, pero a la vez de golpearlo, tenía una mezcla de sentimientos, hasta que recordó a sus padres, en ese momento apuntó con un revólver hacia la cabeza de Francisco, los dos se miraron sin voltear por mucho tiempo, hasta que una explosión hizo que los dos despertaran, intentaron huir, pero un proyectil alcanzó a Miguel, estaba en el suelo desangrado, pero aún vivo, Francisco le pidió disculpas por todo y lo dejó descansar, fue la última vez que tuvo algún tipo de contacto con algún familiar suyo de sangre.
La guerra había culminado, hubo miles de muertos, el campo de batalla estaba colmado de sangre, sangre de valientes hombres que dieron su vida por defender a su territorio.
Al día siguiente, se reunieron Francisco y Carmen, ambos lloraron amargamente la muerte de algunos de sus seres queridos y los destrozos que había ocasionado la guerra, pero tenían que seguir adelante, sin despedirse de nadie se fueron en ese mismo instante a Lima.
Nunca más se supo nada más de ellos, ni Ernesto, ni Camila, ni Andrea y ninguno de sus amigos, ellos pensaron que Francisco y Andrea habían muerto en la guerra y fueron a la morgue para confirmarlo pero no los encontraron, fue como si se hubiesen evaporado.
Después de la victoria peruana en la frontera con Chile, las tropas de ese país invadieron cada ciudad chilena y tomaron el control de Santiago de Chile, al verse acabado, el presidente chileno huyó pidiendo asilo político a Cuba y todo lo que antes se le conocía como Chile pasó a ser un departamento más de lo que hasta ahora se le conoce como Perú.
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