Draugmaru .
I
Las nubes colapsándose sobre el mundo, furia ciega que azota la tierra, los cúmulos y cirros aglomerados en un único gris que gritaba, desgarraba su garganta en chillidos horrendos, Sollozando con ímpetu. La fuerte lluvia cambiando a torrente, mejor a cascada, Niágara en el cielo ecuatorial; ya hacia treinta minutos que el aguacero desbocaba con furia. Ella se encontraba cabizbaja y ensimismada, jugando con su largo y ondulado pelo color negro, meciéndolo entre sus alargados y hermosos dedos, sus bellos ojos de color café profundo se detenían en el jugueteo de sus manos; sus labios carmesí eran humedecidos periódicamente por una picara lengua que se escondía detrás de las perlas en sus encías, delgada, alta, preciosa. Su perfil perfecto que le concedía un aire divino, un Moreltarak cabalgando en el horizonte. Suspiraba y se aburría, no podía salir del edificio donde se encontraba, el azote del agua continuaba y ella continuaba aburriéndose.
Se recargo por completo en el ancho y cómodo sillón de piel donde se hallaba y deposito su delicada cabeza en el respaldo, cuidándose de acomodar perfectamente sus formas hermosísimas en las hechuras y cojines forrados de piel fina. Otro suspiro y ahora un bostezo, un leve gemido anunciaba ya la ansiedad, un leve tintineo y la puerta del ascensor se abrió, tres personas salían y preparándose a enfrentar el diluvio, se armaron de umbrelas, dos sombreros de ala ancha, tres gabardinas y mucho valor ó bastante estupidez.
Corrieron dejando la seguridad del interior, buscaron un nuevo refugio, C-chan se rió tímidamente, pensó en la pana y la blusa color negro de mangas anchas que vestía, se imaginó empapada hasta los calcetines y rió mas profusamente, se puso su chamarra de mezclilla azul celeste deslavada para yuxtaponer el frió. Los lobos de Thor aullaban y la luz que desprendían iluminaba de forma siniestra la estancia donde C-chan esperaba; la energía eléctrica ceso y dos personas se atascaron, como se supo después, en el elevador.
A ella no le gustaba la oscuridad, no desde el día en que lo vio, sin notarlo llevó sus rodillas al pecho y en un ovillo comenzó a mecerse, una gota helada recorrió su espalda y su pulso aumento, su respiración se agito, el palpitar reventaba su pecho y cerro con fuerza dolorosa sus parpados, su belleza se vio interrumpida por un gesto de agonía que dividía en comisuras su nariz, frente y cuencas, la luz de emergencia se encendió y aun con los ojos cerrados pudo notar el cambio de iluminación; la mascara gris y negra se fusionaron y embarraron por el movimiento al tallar los ojos tratando de limpiar unas peregrinas lagrimas.
Al notar el desperfecto y sin importarle la poca luz, saco de una cartera los cosméticos y el espejo necesario, ya resuelto el problema volvió a la posición fetal. Los relámpagos comenzaban a intimidarla, tirito y lanzaba bao que se impregnaba empañando los cristales de los lentes que usaba. La temperatura bajo drásticamente.
-Es como esa vez… no, no creo- se dijo mientras temblaba- es la lluvia, no debo pensar en tonterías,- suspiró y de nuevo musitó- con tanta lluvia, es lógico que la temperatura descienda, eso es todo y nada más- pero la temperatura continuaba cayendo, su aliento ya no era un suspiro, si no una agitación turbulenta.
Otro relámpago y otro susto, C-chan ya se encontraba muy ansiosa, odiaba profundamente la oscuridad.
-Solo es mi imaginación- pensó
-¿Querida, te encuentras bien?- pregunto la jovial secretaria rechoncha que atendía la recepción. Pero C-chan mantuvo su posición sin inmutarse- ¡Grosera!- se enfado la secretaria y se marcho en búsqueda de su amante en la oficina de comunicación en el segundo piso; por lo que C-chan por la soledad se descompuso un poco más.
-Era como hoy…no… bueno si… pero él, él ya dejo de existir… el ya no esta, ya no me puede; pero si… no, no seas estupida C-chan, no permitas que tus demonios te carcoman el alma, tranquilízate, además, yo lo vi y el otro, ese se encargo de él- un ruido hueco se escucho en la estancia y un silbido ominoso cargado de frió y agua la tomo por sorpresa, casi sacando el corazón del pecho estrujando sus músculos, estallando sus venas y corrompiendo sus nervios; giró tan rápidamente su cabeza que por poco se le disloca el cuello, se levanto como saeta para cerrar las puertas que se habían abierto y el frió, viento y lluvia dejaron de entrar.
Un rayo ilumino toda su vista y una amorfa sombra se movió por la copa de los árboles, apenas la notó y en el mismo instante se fue, la luz se extinguió y la oscuridad la penetró, un silencio la consumía, el miedo crecía y un hueco en sus entrañas se acrecentaba, sin notarlo dio algunos pasos hacia atrás y resbalo con el mojado piso, cayendo de espaldas: golpeándose la nuca con la esquina de una mesa en el centro de la estancia. Se abrió la carne y el músculo, los glóbulos y la vida emanaba profusamente de la piel herida, el dolor que sintió le arranco un chillido agudo, se revolcó en su propio sufrimiento con gemidos y sollozos, el maquillaje de nueva cuenta se arruino, el dolor y el ardor disminuían y ella recuperó la compostura; la secretaria obesa entro de nuevo e inmediatamente noto el percance y tan rápidamente como sus miembros se lo permitían se acerco a ella, tratando de ayudarla a incorporarse y con un botiquín atendió la herida.
-¿Quieres que llame a un medico, cariño?- dijo mientras terminaba un precario vendaje alrededor de la cabeza.
-No gracias- musitó en un nimio gemido- así estoy bien-, se acomodó en el sillón de piel. Otro empleado bajaba de las escaleras y la secretaria entredijo unas frases explicando que se iba con su novio; por lo que unos minutos después a C-chan la inundo el miedo a la soledad y la oscuridad.
Tiritaba y sus dientes castañeaban, su preciosa piel blanca se palidecía más, jugaba con sus anillos y pulseras tratando de olvidar su entorno. Una funesta cacofonía intermitente se dejo escuchar en el exterior, un grito de horror femenino y un fuerte golpe en la pared. C-chan salto de su asiento y trato de encontrar refugio detrás de su sillón. Después, lo más extraño… nada, no se escuchaba nada, ni un ruido, la absoluta quietud, un vértice dimensional abriéndose en la indeterminable singularidad de la existencia. Un agujero negro en el mundo que solo absorbía las ondas, no la materia. La lluvia caía pero ella no podía escuchar el diluvio descender de las mejillas angelicales que lamentaban el dolor de un tal Telpedraug.
-Melmet Imbé - vociferó una voz hueca, que parecía venida de todo el medio pero del mismo modo de ningún lado. C-chan recordó en la fatídica memoria, el maldito recuerdo que buscaba el olvido, sellándose en la mente y desechada del corazón… palpitar… cada segundo un palpitar… de las entrañas del edificio latía un corazón ciclópeo… la pulsación la aniquilaba ¿Sería parte de un oneiros pervertido? ¿El arenero buscaba su envilecimiento mental?... no se detenía… continuaba latiendo el monstruoso músculo cardiaco que alimentaba de pus al edificio recién nacido...un palpitar más…
C-chan se tapo los oídos, no quería escuchar el terrible pulsar, creía que en su cabeza era el único lugar donde podría encontrar la paz que requería, pero el sonido continuaba especialmente en su cabeza.
-No creo que sea la solución pequeña- dijo la voz multi-origen-Tan joven y tan idiota ¿Qué ya se te olvido lo de hace un año?- se burlaba la extraña voz- No me digas que ya no te acuerdas de mí, ¡Ah! Me rompes el corazón, ¡Amor mío, no me dejes por favor!- expresó en un tono sarcásticamente pícaro.
-¡¡¡Cállate!!!- C-Chan se encogió en el suelo tapando sus oídos y dio patadas en el vació. Todo se detuvo: el corazón y la voz, el sonido del mundo volvió a la normalidad.
-No es posible. Me niego a creerlo, de nuevo Él, pero si el otro lo eliminó, el otro me salvo de su maldita influencia, ya no, ¡por piedad! No de nuevo, no podría soportarlo de nuevo; creí una vez en sus palabras y confié mi vida a él, protervo el momento en que lo hice. Me dejó sola en la infinita noche, en los laberintos calcáreos de la perdición onerosa- La cacofonía continuaba, parecía el día 35 del diluvio, ella a cada instante perdía la cordura, la desesperaba recordar la ingenuidad de su pasado, cuando se permitió un amor como ‘Él’ …
Unos pasos ligeros se escucharon en la entrada, una figura sombría se abrió paso en la estancia proveniente del exterior; la gabardina negra, el sombrero de ala ancha, el pantalón de corte italiano, los zapatos de charol, unos espejuelos, nariz aguileña, ojos profundos, tez morena, con una mano cargando dos bultos extraños y de la otra goteando sangre… era ‘Él’…
II
Después de creerse perdida en el mar de la locura, en la putrefacción de ‘él’… llego el ‘Otro’… el que le ofreció una luz en la oscuridad, un , un Darugmarú, como ‘Él’ le decía. Hacia un largo año de que lucharon el león y el dragón por el paraíso de la doncella oscura. El ‘Otro’ defendió valientemente a C-chan, además el bosque donde se encontraba la cabaña de la iniciación era el territorio natural del cambia formas, por lo tanto era su ventaja sobre ese engendro.
‘Él’ era muy poderoso por lo que el cambia formas no tuvo oportunidad y sufrió numerosas heridas, contusiones y quemaduras. Cuando la fuerza no le alcanzo el ‘Otro’ mutó en el guardián de la luna, fue entonces cuando ‘Él’ por un momento perdió el impulso de la batalla y tras recibir una herida profunda que le atravesó un pulmón, retrocedió a un claro; lo que más odiaba ella era la cara impasible que ‘Él’, ese engendro siempre demostraba, aún y cuando asesinó a las amigas de ella, no demostró ni un ápice de remordimiento y hasta en su rostro y sus ojos se observaba el placer que le producía lamer la sangre de las heridas de sus victimas y las lagrimas del rostro de C-chan; el engendro perseguido por el guardián de la luna salto por los troncos y giro en el aire lanzando un poderoso hechizo de conscriptor con lo que el guardián aulló por el dolor que la presión le provocaba, el guardián utilizo su colosal fortaleza para tratar de herir al engendro, pero ‘Él’ era mucho más rápido, cada vez que el ‘Otro’ se fortalecía por la influencia de la luna, el engendro también aumentaba su fuerza, era como si ‘Él’ se regocijara jugando con su contrincante. Las heridas del ‘Otro’ eran muchas y su jadeo y vomito de sangre dejaban ver su fatiga y lesiones, ‘Él’ también tenia múltiples fracturas y heridas, pero se notaba que estas no le importaban, ni un cambio en su rostro, manipuló la obtenebracíon, el aire cortante, la tierra y la congelación para torturar un poco más al guardián, aunque la fuerza del ‘Otro’ era enorme, ‘Él’ medraba su dureza. Un golpe que atravesó el estomago del guardián termino con la pelea.
El engendro se acerco a C-chan, sudoroso y bañado en la sangre del ‘Otro’, no hubo un cambio en su rostro si no un solo y leve endulzamiento en sus ojos, su mirada se lleno de ilusión y se aproximó al asustado y bello cuerpo de C-chan, segundo a segundo los centímetros se hicieron milímetros y los labios de ‘Él’ se acercaron suave y cautelosamente a los de ella, besándola tiernamente, después lamió las lagrimas que recorrían sus mejillas pálidas, mientras ella se quedo paralizada por toda la escena.
-Te amo tanto- le dijo mientras tomaba tiernamente su barbilla con una mano y con la otra apuntaba un ataque a la garganta, justo lo necesario para arrancarle la cabeza del cuerpo- Deseo tanto verte morir, te amo- perfilo el golpe mortal, pero el ‘otro’ lo tomó por sorpresa, un fortísimo golpe lo arrojo a lo lejos y ella cayo de bruces en el suelo, el otro lo tomó de la espalda y le suplico a C-chan que huyera, ella obedeció, ‘Él’ molía a golpes las costillas del ‘Otro’, tratando de escapar, C-chan corrió tan rápido como sus fatigados músculos se lo permitían, después un ruido cacofónico, dos gritos de dolor inasequible, una luz cegadora y solo un cráter de doscientos metros de diámetro y veinticinco de profundidad, no quedaron restos por lo que ella supuso que ambos, su guardián y el engendro habían fenecido.
III
-Tenia tiempo sin verte, te extrañe, te amo mucho, tanto que no deseo hacerte daño.-se acerco a ella quitándose el sombrero y arrojando las cabezas de la secretaria y su novio a un rincón.
-¡Cómo puedes decir que me amas! ¿Por qué destruyes todo lo que yo quiero?- se enfureció y tomo fuerza de flaqueza para enfrentarse cara a cara a ‘Él’.
-No tienes idea de lo que tuve que pasar para estar contigo, es tu destino, el camino a la conciencia esta abierto para ti, el Aleph te espera- Cambio su endurecido rostro a uno de completa tranquilidad, a ese rostro a esa persona que C-chan tanto quería.
’Él se acerco al cuerpo de ella, acarició una de sus manos, rodeo su cintura y tomó sus exuberantes caderas, la beso tiernamente en la frente y espero.
-¿Qué opinas C-chan? ¿Estarías dispuesta a dejar tu existencia nimia y banal? ¿Estas dispuesta a dejar tu vida por mi? ¿Estas dispuesta a permitir que te ame sin tasa ni medida? ¿Quieres la evolución? Te ofrezco la eternidad, que dejes el miedo, que no tengas dudas, que abras tu corazón al entendimiento, abandones la oscuridad y te unas conmigo a la luz eterna del conocimiento. Pero esta es tu decisión, no puedo obligarte a nada; el perrito faldero que te impedía entender ya no esta, ahora solo tú tienes el albedrío. Ahora te suplico me respondas ¿Cuál es tu decisión?
-Yo, yo, yo te amo tanto S- lo abrazo y lloró como no lo hacia desde hace tanto.
-No, ese ya no es mi nombre, pero si tanto te interesa, mi nombre… es… (…)…- Un empleado bajaba de las escaleras y observó extrañado a una chica de cabeza vendada abrazando su chamarra, hablando con una sombra que no tardo en difuminarse como un lejano recuerdo.
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