Un minuto después, llego siempre un minuto después, todo está empezado, todo está en movimiento, nunca alcanzo a ver cómo todo empezó, por lo que me dedico a enterarme. El nacimiento de todo ya pasó, las revoluciones pasaron ayer, estoy en otro momento, ahora todo está en movimiento, en un movimiento tan sutil que no lo siento, no pasa nada no predecible, pero muchos lo consideran fantástico, vienen y me cuentan lo genial que fue todo, y yo sin llegar a entenderlos, “no estuve ahí” les digo, y me miran extrañado, como diciéndome que es imposible que no estuviera ahí.
Molesta llegar tarde, el sentimiento de impotencia es grande, nada de lo que pasa parece importante lo suficiente, no es una nueva era, es un reciclaje de lo que pasó el minuto anterior, con menos potencia que ese minuto, y así va perdiendo fuerza, cada vez más débil, esperando que los minutos dejen de pasar.
Un día llegué temprano, me dijeron que todo cambiaría al minuto siguiente, todo se pondría en movimiento, mi emoción no podía ser mayor, por fin encontraría un significado al estar, sería un testigo de los que podría decir “yo estuve ahí cuando todo empezó, lo vi todo”. Entonces sucedió: un hombre parado en un pedestal, con un peinado simétrico y muy bien cuidado, con un traje ya visto antes, y con una sonrisa de propaganda de televisión, nos contó que el gran evento era que no había un gran evento, que lo que descubrió es que no había ningún descubrimiento, estaba todo igual, todos los presentes estábamos condenados a la nada, a la inacción, nos estábamos haciendo un producto de una máquina, el sistema ya estaba enchufado.
Después comenzó a salir gente de todos los rincones a saludarnos, esperando que aceptáramos la situación, nos empezaron a saludar, nos mostraban los objetos que nos traían, esbozaban radiantes sonrisas, intenté correr pero las masas que me separaban del escape me impedían el paso, así que tuve que aceptar quedarme allí.
Enfrente a mis ojos se descubrió un cartel enorme, pintado con letras de colores que ya viste antes, y nos decía “bienvenidos, generación Y”.
En algún momento correré, estoy seguro, pero estoy cómodo en este sillón.

JuanT