Ya no me importaba nada mas que saber hacia que lado iría. Podia ir al cielo como también al infierno, no tenía cosas buenas en mi curriculum vitae. Pensándolo bien había hecho mas cosas malas, asi que mi situación era totalmente nula.
No quería tardar nada de tiempo, aunque ya sabía que me quedaría toda la eternidad, el trámite me era totalmente irritante. Mi cuerpo ahora sin carne se encolerizaba al esperar papeles burocráticos.
La chica del mostrador, que por cierto parecía una terrorífica directora de colegio pintada hasta las orejas con rubor y todas esas bobadas, me indicó el camino hacia el lugar donde me comentarían mi destino.
Los nervios se hacían presentes en mí. El corredor era un pasillo largo, con una puerta blanca a su fin.
Toqué la puerta tres veces. Una voz fina pero exaltada me invitó a pásar.
Entré despacio sin saber que diablos podría encontrar dentro. Para mi sorpresa encontré a Dios sentado en un silla jugando a un pequeño juego de mesa. Parecía estar exaltado, iba perdiendo la partida y se muy ponía nervioso. Al acercarme me dijo que estaba cansado de su juego, que ya dejaba que se arregle solo, que él no interrumpiría mas en esa partida, y reboleó el juego cerca de mi.
Agarré el juego con curiosidad y leí detenidamente el nombre del juego, decía Planeta Tierra Classic.