Como todas las mañanas de sábado observo a través de las cortinas de carrizo al vecino tomar sus pantalones deportivos, ponerse su remera azul y hacer sus calentamientos para iniciar su caminata. En cambio yo a duras penas logro desenfundarme mis jeans olorosos a tabaco y a trasero de cabaretera, busco la ultima cerveza en la nevera y la acompaño con el triangulo de hawaiana de ayer, me dejo caer en el sofá y por curiosidad sigo con la vista a mi vecino corredor que sigue su cuarta vuelta a la apenas iluminada placeta del barrio, junto a el se van uniendo poco a poco más sanos caminantes, mientras sales del baño vistiendo solo ese hilo dental magnifico de color marrón, bebo mis últimos tragos de cerveza enguto el trozo de harina y te empiezo a hacer el amor mientras por la ventana veo como mi vecino corre ya su décima vuelta a esa plaza, sin imaginar que tres pisos arriba su esposa sigue follando con su vecino