Noche de ertrellas, se abre el telon y una luz roja disfumina el intenso carmesi sobre los cuerpos espigados de las bailarinas. Afuera del local, el publico se mece sonriente bajo la copiosa lluvia de octubre en la calle Corrientes. Sobre los paraguas que pasan por esa vereda se levanta un gigantesco cartel a cuyas letras en escarlata y negro se agregan, como sombras, neones rosados, dibujando la palabra: "CABARET". Adentro el publico se dispersa, se ajigantan en humo los aullidos y silbidos de los mas grotescos marineros que al son de las caderas de Jazmin, hacen bailotear la pelvis cachaqueando los talones contra el piso. Doce y treintaycinco y el local esta colmado, tres alfileres que no alcanzaron al cupo de las vacantes de ingreso, moran en la puerta pinchandose entre ellos en el zaguan contiguo. Del otro lado de la puerta se empiezan a ver los trensitos de hombres y mujeres que se enredan en el magico delirio de las serpentinas de colores. Cuando esta bomba toma temperatura y parece que va a explotar la orgia de mayor caudal jamas descrita, aparece un trompetista en color sepia escapado de los vinilos del sesenta tocando las notas que Edith Piaff diera a conocer con romantico glamour, y que Louis Amstrong hiciera vibrar en su trompeta y en su voz de puro y ron... "la vida color de rosa" ... paaaaaaaa, pa pa pa pa pa pa... esas pocas notas que escapan del ambiente, son el muro de contencion que arremete contra la estocada final del alcohol, a los duendes que estan puertas afuera. Y asi, meciendose al compas de aquellas notas, tres amigos se marean otra vez, jugandose a los limites de todo. Tres seres con nombre y apellido, que se hicieron su propio cabaret: TANE, TOCATEALGO Y TOROVOC.

A la luz desdibujada de la luna
una botella de alcohol tabaco y miel
una pizza que no esboza una acietuna
y los neones del "JUEGUINO" cabaret.