Toc, toc, toc, llaman en la puerta plateada que custodia un sabueso vestido de librea roja y botones dorados.
- Identifíquese
- Sí, sí, señor - responde desde afuera la voz de un pato -, mi nombre es Cocol, he recorrido tres apartados y me enviaron aquí porque mi nombre no aparece en las listas.
- Cocol, Cocol... - repite el sabueso mientras revisa una lista – ¡ah, sí!, aquí está su nombre – palomea la lista y abre la puerta, se acomoda las gafas y mira al ave de arriba a abajo-. Demasiado grande para ser un pato – dice -, café, plumas azul y verde muy coloridas, anillo blanco en el pescuezo... pase usted y haga favor de tomar asiento.
El pato, intimidado, entra en la sala y ve sentados a una tortuga, dos pollitos medrosos y un perro amarillo de orejas largas. “Sin duda tenía predilección por ese color”, piensa Cocol para sí mismo y con aire solemne se sienta en una banquita.
Tiempo después vuelven a llamar a la puerta. Se escucha de nuevo la voz del sabueso interrogando y palomeando su lista. Pasado un rato entra a la sala un perrito con aire despistado de color café claro mezcla de maltés con pequinés: mechudo con cara chata y negra, quien se sacude vigorosamente antes de sentarse. Cocol lo mira y le dice tratando de reconocerlo:
- ¿Sparky? ¿Tú aquí?
- Qué quieres hermano, me atropellaron hace una media hora, ¡no sabes qué susto pasé! Todavía siento la bilis en el hocico... ¿y tú?
- No, yo morí viejo y con muchos hijitos y nietos... ¿cómo estarán ellos?
- ¡Ah!, dejamos de vernos mucho tiempo, mi ex compañero de patio...
- Sí, las circunstancias nos separaron, aunque nunca fuimos grandes camaradas, pero... ¡henos aquí!
Llega el sabueso, quien trae en las patas una pecera con un pez de colores y la coloca en una mesita, después se dirige a todos con el tono de quien conoce de memoria lo que repetirá por enésima vez:
- Ustedes están en la categoría de “familia” y es aquí donde esperarán a que llegue su ama. Hay alimento en suficiencia para cada especie - dijo señalando el área de los comederos -, por aquí están los bebederos, jabón y un estanque con agua caliente para tomar un baño, digo, por si alguno lo acostumbra...
- Señor, somos animales muy limpios - dice el perro de orejas largas -, sin esa característica no estaríamos aquí.
- Es verdad - dice el pato -, en casa yo me bañaba hasta tres veces por día.
- Bien, bien - dice el sabueso en tono aburrido mientras se rasca una oreja -, ya vendrá alguien más tarde para explicarles lo que harán en el ínter... con permiso.
Después de un tiempo entra un pingüino de gran porte y elegancia, quien dice con voz de locutor comercial:
- ¡Cómo están todos ustedes!, soy el encargado de darles la bienvenida oficial, primeramente presenciaremos un video de inducción, pasen, pasen por favor a la siguiente sala.
Los animalitos entran ordenadamente a una acogedora sala de cine con butacas forradas de terciopelo carmín y paredes recubiertas de cortinajes.
El pingüino camina trabajosamente hasta el fondo de la sala, apaga las luces y corre la cinta desde la cabina. Los animales se acomodan en su asiento y observan atentamente. La imagen en la pantalla disuelve de negros a una hermosa toma de nubes sobre las que aparece la animación de un título en color dorado en tercera dimensión: “El Cielo de los Animales, apartado preferente”. La música estereofónica de un arpa inunda el ambiente y baja a segundo plano, una voz angelical llena de reverberancia dice “Bienvenidos al cielo de los animales en su modalidad preferente”.
- Se parece a la voz de nuestra ama” - comentó Sparky
- ¿Qué no es ella? – secundó el pececito
- ¡Chist!, silencio, dejen oír - dijo el pato malhumorado
La voz del video continúa: “...ustedes están aquí por deseo expreso de su ama, tendrán trato preferencial debido a sus buenas acciones en la Tierra, esto es, debido a que alegraron la vida de un ser humano. Comerán alimento de primera clase, tendrán consigo sus juguetes predilectos y no les faltarán paseos y entretenimientos al por mayor.” Mientras se escucha esto, el cortometraje se ilustra con imágenes de hermosos ejemplares de todas las especies comiendo suculentos manjares, jugando con aros y balones multicolores, corriendo por bosques, nadando y trotando.
La voz del video sigue con alegría: “... todo esto únicamente por haber observado una conducta ejemplar en la Tierra y gracias a su enorme paciencia con los humanos...” Un hermoso puente musical, mezcla de arpas con piano, es ilustrado con imágenes de animales sobre la Tierra soportando gritos, descuidos, fríos y calores, sed, olvidos e ingratitudes de los seres a los que más amaban: sus propios amos.
La voz dice: “preguntas frecuentes: ¿qué sucede con los animales que fallecen y nunca tuvieron dueño? Los animales criados en libertad van a otro apartado del cielo, aunque menos hermoso que éste, pues su carga no fue tan pesada en vida y disfrutarán de una atractiva vida eterna.
¿Los animales que se encuentran en este apartado volverán a ver a sus amos? ¡Por supuesto!, los animales albergados en el apartado preferente irán al propio cielo de su amo en cuanto éste se haga presente y, siempre y cuando, el amo también se haya ganado el cielo. ¿Qué sucede con los animales de apartado preferente cuyo amo no se ganó el cielo? Estos animales quedan aquí para siempre, aunque tienen la opción de regresar a la Tierra y redimir a su amo antes de que éste muera para entrar los dos al cielo; en cuyo caso, la mascota acumulará automáticamente mil puntos dorados, que podrá canjear por un lugar ultra preferente en el cielo de los humanos...
En ese momento interrumpe la función un gran elefante que entra a la sala haciendo retumbar todo. Quiere sentarse en una butaca, mas nunca puede, todos los animales empiezan a exigirle que guarde silencio, pero el elefante ni se da por aludido. El pingüino detiene la proyección y baja de la cabina con grandes dificultades para acercarse al elefante:
- ¿Qué sucede?, si usted llegó tarde debió esperar a que iniciara la siguiente función, regrese con el sabueso y pídale que lo retenga con él mientras termina esta proyección.
El elefante vuelve a salir dando tumbos y los animales, que se alborotaron, vuelven a guardar la compostura y entre toses, risitas y comentarios la proyección se reanuda.
El sabueso que está en el vestíbulo y que ve regresar al elefante pregunta:
- ¿Qué ha pasado?, ¿estaba muy avanzada la proyección?
- Sí, dice el pingüino que llegué muy tarde y debí esperar al siguiente turno.
- Ah, entonces tome asiento, ¡no! Mejor quédese de pie un ratito, es buen ejercicio. Entrará con el siguiente grupo.
- Una pregunta, y por mera curiosidad – dijo el elefante con sus ojos tristes.
- Sí, dígame
- ¿Todos esos animalitos que están en la sala fueron sus amigos?
- Sí, creo que ésos y muchos más que aún están con ella – dijo el can mientras revisaba sus listas.
- ¡Pues vaya que tendrá bastante compañía para la eternidad!
- ¡Y tanto!... pero... ¿usted también fue su mascota?
- ¡No, qué va!, a mí me dio una vez cacahuates cuando estaba atado afuera de un circo y nunca me olvidó y yo tampoco la olvidé, y como hice mil puntos dorados con mi amo el cirquero, mas él no me quería, me dieron opción de elegir nuevo amo en el cielo y la elegí a ella, que sé que me quiso bien...
- ¡Ah!, pues a ver cuántos animales más llegan por el estilo... la verdad es que es de las pocas personas que nos da tanto trabajo en este tipo de apartados...
- Y dígame una cosa, señor sabueso, ¿a poco hay un apartado por cada persona con mascotas?
- Así es, resulta que en cielo hay muchísimo espacio...
- Y usted, señor sabueso... ¿tuvo un amo en la Tierra?
- Bueno, amo sí tuve, pero era lo que se dice un verdadero amo y nada más, prácticamente yo para él era, más que su amigo, un colaborador... localizábamos distintos objetos cada vez que había oportunidad...
- Ah, y ¿no volvió a saber de él?
- La verdad, jamás supe ni quise saber, le repito que nunca fuimos amigos... cuando llegué al cielo me dieron oportunidad de hacer los mil puntos dorados trabajando como guardián de este apartado por un tiempo y, después, ¡a gozar en el cielo de los animales!, claro, no en el de primera clase como éste, ¡no, qué esperanzas! En el normalito, pero... algo es algo con tal de jubilarme...
- Ah, pues por poco y a mí también me tocaba ese cielo, pero pude redimir al cirquero...
- ¿Y cómo le hizo para redimirlo?, ¡los cirqueros son tremendos explotadores de animales!
- Pues con eso mismo, cuando ya estaba en su lecho de muerte, el cirquero me vio llorar por él, eso sólo bastó para que se arrepintiera del trato que nos dio a muchos animales artistas y, como se fue al cielo, pues a mí me tocó escoger amo para la eternidad y aquí estoy...
En esas están cuando vuelven a llamar a la puerta. El sabueso pregunta de quién se trata y una vocecita responde desde el otro lado:
- Soy Fettuccini... me mandaron para acá...
- Fettuccini, Fettuccini... bien, aquí lo tengo, pásele y espere en esa sala, en un momento lo llamarán, usted entra con el grupo del elefante.
El perrito, un collie de la frontera, se sienta cerca del elefante y lo mira impresionado. El elefante, que lo nota, trata de romper el hielo:
- Así que tú también fuiste su amigo...
- Pues sí, la quise mucho.
- Qué bueno...
- Oye, ¿qué sigue ahora? La verdad es que estoy asustado...
- Pues parece que lo siguiente es bastante bueno, espera un poco y verás: ¡lujo de primera para las buenas mascotas!
- No me digas que tú también fuiste su mascota...
- No, pero fuimos buenos amigos y le agradará reencontrarse conmigo...
Toc, toc, toc, la puerta vuelve a sonar.
- Sí, ¿quién llama?
- Mi nombre es Piquín y me dijeron que me presente aquí...
- Piquín, Piquín... aquí está, pase y espere en la sala, entrará con el grupo del perro y del elefante
- Disculpe, señor sabueso - dijo Fettuccini al ver entrar al lorito australiano - ¿Es qué hay alguna epidemia en la Tierra? Estamos llegando uno tras otro...
- No, claro que no - dijo sonriendo el perro -, lo que pasa es que aquí en la eternidad la cosa es más rápida, lo que aquí son unos segundos, allá en la Tierra son meses o incluso años, por eso parece que llegan rápido.
- Ah, entonces mi ama no tardará más que un tiempecito...
- Sí, cuestión de segundos o, a lo sumo, minutos... – dijo el sabueso con aire de conocedor.
- Qué bueno, porque la echo de menos - dijo el collie sollozando.
Sale el primer grupo de la función y posteriormente viene el pingüino para conducir al segundo grupo. Todas las mascotas están sumamente emocionadas por tener el privilegio de estar en la clase preferente del apartado de animales y de saber que, además, muy pronto serán recibidos en la ultra preferente de los humanos.
Después de que todos los grupos de animales presenciaron el video de inducción, son conducidos a un jardín enorme en el que ya se encuentran varios compañeros suyos, y mientras que unos juegan animadamente con un balón, otros toman un almuerzo, escuchan música y charlan debajo de una palapa.
A los costados del enorme jardín corren dos riachuelos con piedras de colores en el fondo, aquí entraron las tortugas, los peces y el pato. Para las aves hay columpios, árboles frutales, cálidos nidos y semillas en abundancia.
Los perros encontraron infinidad de huesos listos para ser enterrados, carne fresca, pelotas, juguetes al por mayor y estanques llenos de agua y de lodo para chapotear y ensuciarse a discreción.
El pingüino anfitrión les dio un recorrido por las instalaciones y posteriormente vino la comida-recepción, en que los animalitos tuvieron oportunidad de charlar entre ellos.
Cocol, el pato, que es de los más sociables, inicia la charla pidiendo a los loritos australianos y a los pinzones brasileños que contasen alguna anécdota de su vida, inició Piquín:
- La anécdota que más recuerdo es cuando la conocí, resulta que mi ama pasaba por la calle, en mi antigua casa me habían dejado abierta la jaula y había escapado con la finalidad de recorrer mundo, pero no llegué ni a la esquina cuando ella me atrapó y me llevó consigo, me enseñó a bailar, a sacar papelitos de la suerte, a comer algunos dulces. Y hasta a decir su nombre.
Turín y Turrón, los pinzones, recordaron el día en que llegó Tintina-Columba-Cometa-Pavlova a vivir con ellos en su jaula y que tenía ese nombre tan largo por el simple hecho de ser hembra.
- Teníamos miedo de acercarnos a Tintina... –dijo Turín
- Pero ella sola se presentó con nosotros y empezó a columpiarse despreocupadamente – agregó Turrón
- Siempre fue muy segura de sí misma...
- Y, con el tiempo, los intentos por obtener su amistad provocaron un conflicto entre nosotros...
- Fue impresionante, porque después dormir juntos en el mismo nido y decorar la jaula al gusto de los dos, que éramos grandes amigos, terminamos mal, muy mal...
- Sobre todo porque me arrancaste todas las plumas de la cabeza y tuve que adaptarme un penacho...
- ¿Y qué pasó después? – preguntó Cocol con interés
- Nuestra ama se mortificó mucho y nos separó de jaula, Turrón se quedó con Tintina Columba y yo estuve viviendo solo... – aclaró Turín.
- Y pasaron más de seis meses para que a mí me crecieran las plumas del copete...
- Bueno Turrón, eso ya pasó, estamos aquí para perdonar y olvidar – concluyó Turín.
El elefante por su parte, estuvo charlando con una jirafa y una avestruz que andaban por ahí y que, al igual que él, habían hecho amistad con ella en los jardines de un zoológico y hasta fotografías se tomaron en esa ocasión.
Sparky, Fettuccini y Yom-Yom, el perro amarillo de largas orejas, hicieron muy buenas migas platicando sobre sus juegos preferidos en vida y acordaron organizar un equipo de fútbol.
En esas estaban cuando llegó un animal más, un mandril de pelo café que, sin saludar a ninguno de los presentes, de inmediato arrancó unas bananas y otros frutos de los árboles y se sentó a pelarlos y comerlos en el césped. El elefante, pensando que quizá habían sido conocidos durante su vida en los circos, se acercó a él para platicar e informarse y al preguntarle, el mandril simplemente contestó:
- No, claro que no, amigo mío, yo no vengo a quedarme para siempre en este apartado ni mucho menos, yo sólo la estoy esperando para arreglar una cuentita que tenemos por ahí pendiente... – dijo el mandril mientras continuaba pelando frutas
- ¿De qué se trata? – inquirió con curiosidad el elefante
- Necesito devolverle una cosa que le quité, ya la busqué en todos los apartados y me dijeron que llegará a éste...
- ¿Qué le quitaste?
- La oportunidad de tener una amistad conmigo... ella quiso ser mi amiga, pero fue en un momento en que yo no estaba precisamente de buen humor. Cuando la conocí me encontraba yo en mi jaula del circo, pues acababa de salir de una función, llegó hasta donde yo estaba y me extendió la mano para darme una pera, después de que la comí me tendió de nuevo la mano, yo le extendí la mía pensando que me daría alguna otra fruta y sólo tomó mi mano, quise retirarla y la tomó con más fuerza, yo me enojé y la quité de un tirón, después empecé a brincar como loco en mi jaula y me aventé contra las rejas para que viera lo molesto que me sentía, ella se asustó y se fue de ahí – el mandril continuó pelando una manzana, y sin dejar de mirarla, dijo – Hace unos minutos me leyeron el reglamento, y si quiero pasar más o menos confortable mi estancia en la eternidad, debo estrechar su mano y decirle que seremos amigos por siempre, así que aquí la estoy esperando...
Registrado ante INDAUTOR de la colección de cuentos “La vendedora de sueños”.
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