Te dejabas hacer…
Tu astuta cobardía retando
a mi cobarde atrevimiento.
Sabes que son causa y efecto
aunque yo no me atreva a creerlo.
Reconozco que no me desenvuelvo bien
en espacios cerrados
ni en distancias cortas,
pero aún me quedan muchas balas
en la cartuchera
y sé que alguna alcanzará
los límites de tus caderas.
Y allí simplemente desapareceré
tras la sombra que me ofrezca
cualquier rincón de tus muslos.
Te dejabas hacer
arropada por el silencio
propio de esas horas en las que
la noche se confunde con el día
y uno no sabe si recordar un paisaje
que anochece o uno que amanece.
Tampoco importa demasiado.
Te dejabas hacer.
Y tanta libertad me hizo sentir
prisionera de tu cuerpo,
abrumada frente al abanico de posibilidades
que me ofrecía tu pasividad.
Tu dulce pasividad.
Bajo tus sábanas prendí fuego
a los restos de tristeza que quedaban
en las yemas de mis dedos
y lloré lo poco que quedaba
de rabia en mi garganta.
Rabia que acumulé de la necesidad frustrada
de verte una vez más.
Demasiado tiempo.
Demasiadas ganas.
Demasiada carretera.
Pero en tu cama desenredé todos los hilos
para que no pudieras engancharte
con mis miedos y mis penas.
Libre de mi propia carga
quedé presa de tu silencio,
tu sonrisa y tu misterio.
Poco a poco voy comprendiendo.
Texto agregado el 21-10-2005, y leído por 133
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
06-11-2005
Existe un erotismo tan sutil, liviano presente, en esta poesía que la hace una de mis favoritas. Felicidades beto_hippie
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