No enterré las verdades castas
que me mantuvieron en cautiverio, eternidades;
no exoneré a los fantasmas danzantes custodios
de mi inmaculada vigilia
ahora, presa de una lucidez y conciencia involuntarias,
y embadurnada en reproches incansables (y absurdos ya);
contemplo la naturaleza de mis actos,
el verde excesivo del pasto, el camino
pretencioso que asalta mi morada,
la inestabilidad de mis emociones,
mis ojos inyectados en sangre, las arrugas
en el tiempo desmedido,
el derroche de pensamientos y
la traición de las palabras,
agradecimientos interceptados en el transcurso,
desviados, acometidos,
coloquios conmigo misma,
combustibles deseos, intransigentes,
cicatrices en la mente y en los labios,
extrañeza, como nunca antes, piel erizada...
extrañezas etéreas suspendidas,
pintadas en el aire,
extrañezas y lejanía,
Extraño todo al despertar.
Extrañeza registrada en la conciencia
Traición de las palabras,
Traición.
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