I
Recordar, es morirse un poquitico, Rebeca.
Como granizo que cae y nos hiere,
Como granizo que cae y nos hace sangrar la cabeza
-pero solo un poquito-
Silenciosos e inadvertidos, llegan a mi los recuerdos,
Silencioso e inadvertido, habito un mundo de recuerdos.
En cada paso golpeo la memoria,
A cada paso conjuro el olvido.
II
Alguna vez –en tiempos tiernos-
Fuimos simples y bellos
Como una nube ingenua o un viento cualquiera.
Hoy llueve en la ciudad
Y todo se oculta.
Llueve en la ciudad
Y nadie bajo el cielo se lava.
La resequedad es un tirano que reina:
Crujen las flores y los astros,
Cruje la luna y las nubes que ignoramos
Crujen los deseos evaporados
Y nuestros cuerpos que poco a poco se han secado.
III
Llueve,
Llueve,
Llueve y afuera no hay nadie.
Llueve.
No te quedes, por favor Rebeca, en la ventana,
Acompáñame a bailar entre las charcas,
A escribir en el pantano,
El poema que nos hace falta.
Hagamos de la lluvia nuestro lecho,
Volvamos a ser niños y atragantémonos con el viento.
Será el exorcismo de los cuerpos,
Caerá por fin esta costra de olvido y miedo.
Lavémonos pues con lodo y lluvia
Que solo así seremos simples y bellos,
Solo con lluvia y lodo,
Solo con lluvia y lodo,
Solo con lluvia y lodo…
IV
(Recordar, al fin, Rebeca,
Es como morirse un poquitico)
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