La voluntad es creadora

El hombre medieval recibe la posta de la historia de la humanidad. Es en el medioevo tardío cuando suceden una serie de profundas transformaciones que van a cambiar la historia de la humanidad. Esos años parecen haber sido señalados por el destino para que sea sucesión, de pronto, a toda una época larga y llana caracterizada por las tinieblas nebulosas de los mitos de los pueblos, por un lado, y el abuso del poder autoritario reinante, por otro. Se hacía emergente, justa y necesaria una revolución.

Jamás en tan poco tiempo el hombre había evolucionado de tal forma!

El hombre en tan sólo mil años vio transformar en forma tan rápida, violenta y contundente su destino.

De un sumiso hombre medieval, pasivo, oscuro, supersticioso, esclavo del señor feudal y esclavo del tiempo, emigró radicalmente hacia un hombre liberado de la Ilustración y el Renacimiento. El hombre esclavo se cansó de la oscuridad feudal y de pronto decide iluminar su camino, cultivarse hacia una serie de nuevas metas y filosofías. Otro paso más hacia la exhaltación de su intelecto. Todo un Siglo de las Luces.

El hombre se emancipa del abuso del poder discursivo. El nuevo hombre revolucionario escucha la voz de los dioses y asume su instinto para revolucionarse contra la biblia cristiana y el poder absoluto de los reyes corruptos. Así, pues, lo permite, la Revolución Científica, la Revolución Cultural, la Ilustración, la Reforma, se abrirá paso a innovadoras vertientes que desembocarán e impulsarán posteriormente la Revolución Industrial, la Revolución Tecnológica, incluso la Revolución Femenina y la Revolución de las Telecomunicaciones.

A su vez, el hombre consagra, su mentalidad intelectual dirigida, cada vez más, al arte abstracto, a las ciencias, a la tecnología que ya dejó de ser técnica, y se cuestiona sobre sí mismo.

El hombre prescinde ya cada vez más de su instinto animal para sobrevivir.

La voluntad es creadora. Y le pertenece solamente al hombre revolucionario.