Viene muy pronto Jalogüin con su fastuosidad americanoide, heredada a su vez de los antiguos celtas y entonces los chicos se disfrazarán de cualquier cosa y luego recorrerán en grupos la vecindad para repetir automáticamente la mala traducción del mensaje original. Algunos muchachones intentarán sacar partido de esto y asaltarán los negocios con la excusa de dinero o balas y engrosarán sus faltriqueras a costa de una moda importada que se basa en el matonaje gangsteril de los personajes de Batman. _Dulce o treta- dirán los pequeños con sus blancas vocecitas y no faltará el tío cariñoso que les entregará bombones y caramelos a cambio de un furtivo toqueteo. Son las licencias de esta festividad sin enjundia, de este engendro importado en el que lo que menos importa son los disfraces y máscaras suntuosas, ya que será precisamente en esta ocasión cuando los seres retorcidos mostrarán su verdadera faz. Viene Jalogüin y las brujas originales, aquellas que no destiñen, montadas en sus escobas a la luz de la luna, se ocultarán en sus madrigueras, rezando incluso una oración cristiana para que esta festividad demoníaca con atisbos imperialistas se aleje lo más pronto posible de estos terruños artesanales, en los cuales las leyendas locales destellan con tanto o más brillo que el del falsificado fuego fatuo importado desde el hemisferio norte…