Yo no sé de lunas, de menguantes ni crecientes,
pero sé de las ganas que tengo de regalarte un pedazo,
de luna blanca, brillante y solitaria, para que te acompañe.
Mi amor como la marea viene y va al gusto de la luna,
y mientras más cercana, sé que te amo un poco más,
ese influjo tiene tu recuerdo en la noche solitaria.
Si crece o disminuye, sé le falta un trozo que te doy,
y cuando le mires por la noche, incompleta elevada,
sabras te estoy pensando a ti en la luna reflejada.
Yo no sé de mucho, ni de casi nada, sólo de amores,
de los más sentidos y provocados por una dama,
sean realidad o quimera iluminada, para ti mi mujer amada. |