Alcoholizado por lo superfluo de un mundo
que agoniza ajeno a la miseria que le rodea,
me sumerjo a través de tintas... tintas manchadas
por tequila y oscuridad.

Las quimeras caen ante la sinrazón del vivir,
el alba se introduce en la pesadez
de un cenobio,
embriagado de nostalgias.

La existencia gira incesante,
amenizando la eyaculación precoz
de mi muerte.

Resucito y perezco,
continuamente.

Caigo y me enaltezco imperioso...
pero caigo... caigo divisando como
mi drogado ser... desaparece...
sólo... y rodeado de cerebros pestilentes.