El bebé duerme en su cuna. Promete un porvenir puro, traslúcido, lleno de luz. Oh dulce bebé! Virtuoso sea tu devenir instintivo. Bienaventurada sea tu virtud, limpia, libre. Los brazos de una voluntad eterna te llevan en brazos, los dioses te ven con ojos de esperanza y de cordero alegre bailarín. Pues ellos de ti quieren, tu ansia de trascendencia, tu hambre de los peces de río, tu sed de agua pura de manantial, tu apetito de creatividad, las sombras frescas que nos cobijan bajo el enorme manzano. Y cuando les hables a tus animales que juegan a la ronda en tu rededor, sus ojos brillarán, se iluminarán, se darán por consumados. Los dioses festejarán con vino tinto el haber cumplido con la trascendencia humana.

Oh bebé neandertalensis! Tu padre cazará una hiena gigante como clase de prueba para tu hermano mayor. Será su primera presa y tu primer alimento en trozo entero. La leche materna te tiene hastiado.. Y lloras

Tu naturaleza será por siempre láctea. Así como el apetito de trascendencia de los grandes hombres!