La voluntad es creadora
Ante la irrupción del pensamiento racional abstracto y la tendencia a la tecnología moderna el instinto animal ha ido asentándose en una siesta silenciosa como un bebé de cuna.
Los sentidos y reflejos cambian, el trabajo sobretodo instintivo de millones de años dio paso al hombre occidental racional de hoy.
El hombre determinó su camino hacia la razón desde el momento en que el homo habilis construyó su primer utensilio en piedra.
Tras ello dio paso a un balance entre su instinto animal, que ya se atenuaba desde entonces, y la evolución del pensamiento racional. Pues posteriormente a ello por ejemplo el homo sapiens o neandertalensis, ya no necesitaba huir de las especies más grandes que acechaban a sus ancestros para sobrevivir, sino que éstos homínidos eran, ya, virtualmente, los soberanos de la verde pradera, con sus arcos y flechas, en sus cavernas con fuego, su ganado que pastoreaba, se convirtieron en grandes cazadores, desplegaban una impresionante faena de estrategia para matar mamuts, jabalíes o aves salvajes.
Fue determinando desde ya su nueva conducta más racional que instintiva. Lograr su trascendencia a partir de una necesidad para sobrevivir. El Homo Habilis siguió su instinto para lograrlo, así como el Cromagnon, el Hombre Sabio Neandertalensis y posteriormente los chinos, egipcios y los hombres de Babilonia, los cristianos y los etruscos-romanos. Dieron, todos ellos, paso a la nueva raza occidental del segundo milenio de nuestra era. Fue en ese milenio cuando el hombre medieval tras la caída del Imperio romano continúa el gran camino evolutivo que desemboca hasta el hombre actual.
Escucharon la voz de su instinto hacia la trascendencia. Por su tiempo, les fue enmendada una labor virtuosa, enaltecedora, hacia la trascendencia del ser humano.
La voluntad es creadora.
Y la soledad es divina. Pero el hombre actual, parece, estar cada vez en mayor medida, desentrenado, desprovisto, de aquella fuerza instintiva, natural que los dioses, los tiempos y las civilizaciones les enmendaron.
El bebé de cuna, que nada sabe, duerme inocentemente en su cuna. Sueña con una pesadilla que se aproxima y que azota al hombre. Un castigo de los dioses. Parece no querer despertar más. |