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Inicio / Cuenteros Locales / JEF / ¿Qué carajo somos los escritores? O: de escritores, escribidores y aledaños…

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Todo comenzó con este pensamiento: «Parece que nos cuesta mucho rescribir nuestros textos» (Hablo desde mí). Y lo dije precisamente por algunos textos que todavía están acá publicados sin terminar de revisar, como es el caso de «Coqueta hasta la muerte» Lo escribí de un tirón y sólo me demoré en inventar el final satisfactorio (¿Satisfactorio para quién?). Y resulta que ahora se lo voy a sacar. Creo que ambos personajes terminan la historia así y que nadie despertará de ningún sueño. Pero estas cuestiones no tienen relevancia...

Entonces, me pregunto acerca de los motivos por los cuales no rescribimos nuestros textos: ¿Es el factor tiempo? ¿Es el factor desgano? ¿Qué cosa hace que no podamos redefinir las formalidades de una historia? (Nuestra historia). ¿Que quedó fresca así? ¿Que me da mucha fiaca? ¿Que sólo —a decir verdad— me saqué las ganas? ¿Que soy un improvisado? ¿Qué salió perfecto y no hace falta cambiar ni una palabra? (hay Dios…) Y así siguen tantas otras preguntas pudiéndonos sugerir cosas importantes. Algunos habemos con falta de fe, con una súbita (aguda) o prolongada (crónica) baja autoestima; otros estamos en crisis. Otros nos encontramos tan distantes de aquellas palabras que alguna vez escribimos... Tales casos nos justifican. Es cierto.

A veces me quiero poner en “erucdito” (sic: «Mezcla de erudición con eructo») y definir a un escritor (que es definirme, al fin y al cabo). Y ante la avalancha de palabras buscadas y encontradas y leídas y oídas que salen de mi mente, simplemente sonrío. Me digo a mí mismo: «Escritor es quien escribe» Y ahí nomás, sobre-el-pucho cae la sentencia a modo de súper yo, tejiendo un punto más (¿punto arroz?) en este preludio al concepto: «Si escritor es quien escribe, debe constituir una constante en su vida (el escribir, obvio). También se sugiere allí un eterno presente. Un acto constante. Porque el verbo está en presente cuando escribo «Escritor es quien escribe», que es suponer todos los ahoras, ¿cierto?
Seguidamente se arropa rápido el fantasma de la hoja en blanco, el espectro del vacío cotidiano. Y contra estas ideas negras y terroríficas hay salvedades que nos ayudan a seguir viviendo con la idea de que somos escritores. Se trata de ver el lado positivo de la cosa. Yo me insincero y pongo: «Cuando no escribo, es que estoy trabajando inconscientemente en alguna idea nueva, mejor, reveladora y excitante». ¡Excitante! Pero claro… ¿cómo olvidar este aspecto de nuestra tarea plumígena?

Pasé las trescientas palabras. Voy bien. No se me ha terminado la cuerda. Releo para enganchar lo que seguirá. Y lo que sigue está en disputa. Por un lado tengo que introducir el elemento ”contenidos” que debe acompañar el ejercicio de la escritura y “estilo”, ambos conceptos asociados a la definición (para ser puntillosos y para no dejar así por que sí este texto, que tiene ganas de crecer aún). Un escritor parece tener estos elementos incorporados. El estilo, cosa sencilla; es escribir sin copiar más que a nosotros mismos. Y es fácil una vez que uno logra escucharse. Lo de contenidos es más complejo para mí. Hay quienes dicen que todo ha sido escrito y creo que ése no es el punto. La cuestión pasa porque cada uno —experiencia propia, íntima y única— saque de sí mismo lo que con-tenga. Los que piensan que todo ha sido escrito han encontrado la forma de justificar su huída de sí mismos. Son necesariamente inhábiles como escritores o —más necesariamente— lectores nomás. Y ahora comprendo el motivo que se ocultaba en esta disputa entre contenido y estilo. Ambos aspectos de la escritura parecen tener conexiones fuertes. Parecen tener que ver con el interior y no con cuestiones externas.

Y sigo enganchando cosas importantes (menos mal). Hablando de cuestiones externas, fíjense que algunos asignan importancia suprema a la lectura para ser un buen escritor. Creo que un buen lector se hace a medida que lee literatura y que ésas lecturas lo maduran y le hacen tener ganas de leer más y distinto. Hay quienes toda su vida leen diarios los domingos, o leen el horóscopo; hay otros que toda su vida se la pasan leyendo los prospectos de los medicamentos. ¿Me explico? Entonces la lectura no hace escritores. Es necesaria, pero lo importante es escucharse o “leerse a uno mismo”. Mito roto. A otra cosa mariposa.

Releo. No quiero pasar de las mil palabras para que el lector no se aburra. Vuelvo a la carga para profundizar algo que escribí de soslayo al referirme a contenidos: La experiencia. Y abro el concepto: la experiencia vital. Sin experiencia vital no hay riqueza. Sólo se le extrae a la mente textos paupérrimos. Un niño no puede escribir una novela, por ejemplo sobre temas adultos. No ha vivido. No ha gozado ni ha sufrido a través de la apertura plena de su conciencia.

Estoy llegando a las ochocientas palabras. Voy redondeando o me paso. ¿Y si me paso qué? ¡Lo tengo! Sigo aportando a la definición de escritor. La exploración y el no-límite son importantes a la hora de avanzar, de crear y en algunos casos de poder terminar algún texto. Sobre todo a la hora de esbozar una historia, luego de la idea que encendió la chispa, se puede escribir y decir todo lo que se te ocurra. Entonces, la escritura definitiva generalmente tendrá todo lo que quisiste decir.

Bueno, bueno… voy llegando al final sin haber terminado el principio. Pero es un comienzo. Algo es algo. Frases hechas. Me quedé con ganas de escribir sobre otras cuestiones a saber:
¿Es escritor quien no tiene nada que decir? O dicho de otra forma: ¿Qué querés decir (contar) en tus textos?

Ah, y también debería haber escrito más refutando la idea de que todo está escrito, pero la realidad es que se me acaba de ocurrir un cuento.

Ya quiero dejar esta especie de reflexión o de juego o de pensamientos compartidos sobre los escritores, escribientes, escribidores, aledaños y la eterna lucha por definir lo indefinible: ¿Qué carajo somos los escritores?

Al final me pasé de las mil palabras, ¡pero qué cosa!, ¿vio?…

Texto agregado el 19-10-2005, y leído por 485 visitantes. (14 votos)


Lectores Opinan
29-01-2008 Divertido... naiviv
22-11-2007 Alguien que quiera ganarse el pan con el oficio de escritor debe ser muy constante, escribir diariamente varias horas, documentarse. No todos poseen el don de escribir. Si he de ser sincera prefiero leer. Dicen que todo está escrito. A veces leo una línea de un libro y se me ocurre un cuento. En el subte observo, anoto todo. Es díficil, pero descubrí grandes talentos en la página. Leí igual que facu1969 "Mientras escribo". Me decepciono, ya que escribía bajo sustancias tóxicas la mayoría de las veces. Reina_Mares_Sur
04-06-2007 Bueno, este no me ha gustado tanto como los otros 4, pero igual, se que todos nos identificamos en algun punto del relato. annakiya
18-10-2006 Bien. Un amplio autoexamen. Un psicoanálisis personal alrededor de nuestra capacidad con respecto a las intenciones que te ha dado más de mil palabras, efectivamente, muy jugosas. Mis votos. CAIRN
18-10-2006 extraño relato, una reflexión profunda, cargada de humor sarcástico, con buenos intentos de autocrítica... mmm me quedo en lo elemental. JaneDoe
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