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En un bohío de cana encaramado entre las montañas de la cordillera central, vivían una anciana con su pequeña nieta, la cual se pasaba todos los días llorando a todas horas, no tenía con quien jugar.

La abuelita trataba de consolarla secando sus lágrimas agridulces, que brotaban con facilidad de los ojitos de la pequeña, pero la niña no se conformaba con las dulces palabras que salían de la boca de la tierna abuelita, sus llantos eran tantos que se podían llenar los ríos que se habían secado por la deforestación.

Todos los días las lindas flores del campo trataban de alegrar a la nietesita que continuaba llorando, pero ella no se fijaba en las flores del campo que le coqueteaban en las mañanas con su agradable aroma y seguía su recitar de llantos.

Las aves del campo dejaban bien temprano sus nidos y se posaban en la ventana donde dormía la niñita y despertarla con sus hermosos cánticos, pero ella no se acercaba a la ventana para escuchar el recitar de las aves que querían verla sonreír y desde temprano continuaba con sus lloros.

El sol salía todos los días con la intención de su iluminar la vid, pero ella con los ojos rojizos y lleno de lagrimas no podía apreciar la hermosa luz que le regalaba el sol.

Una noche de frío invierno, cuando la abuelita estaba orando al pie de la cama al lado de su nieta, le susurro al oído:

-¿por qué no le dice al Padre Celestial que necesita una amiguita con quien jugar?

La niña se llenó de esperanza y alegría confesándole a Dios su triste soledad.

Al dormir se soñó con el Padre Celestial y ella le preguntaba el por que de su horrible soledad y el Todo Poderoso con voz muy suave le respondió:

-Nunca tú has estado sola, te he entregado a tu tierna abuelita para que te cuide y te proteja, la flores del campo siempre están esperándote para ofrecerte su olor y así alegrarte la vida; las hermosas aves del campo se acercan a tu ventana para recitarte hermosos cánticos y alegrarte día tras día, pero tú nunca te detienes a escucharlos.

Entonces la nieta después del sueño fue otra, casi no lloraba, se mostraba muy hermosa sin lágrimas en los ojos y siempre alegre, disfrutaba de las flores del campo y de los cantos de las aves, jugaba con las mariposas y besaba continuamente a su abuelita que tanto la quería.

Una mañana mientras la pequeña jugaba en el campo con las mariposas se detuvo un instante y decidió hacer una amigita con quien jugar.

Acumulando mucho lodo hizo el cuerpo y por ojos le puso dos pasas, por orejas puso dos hermosos capullos de rosas, por cabellos colocó pajas de hiervas secas, la nariz la hizo del mismo lodo y la boca se la formo utilizando un palito como instrumento y le hizo una hermosa boca casi real, como dientes le puso granitos de habichuelas blancas.

Antes de terminar de formar a su amiguita se puso a llover y la nietecita se vio obligada a correr al bohío, no paró de llover en todo el día y caían rayos y se escuchaban truenos hasta que llegó la noche.

Próximo al bohío cayó un rayo que conmovió todo el lugar y la niña se asustó mucho, y le preguntó a su abuelita:

-¿mi amigita estará bien?

Pensaba que el rayo había consumido el lugar donde ella dejó a su amigita, la abuelita con su tierna voz le dijo:

-tu amigita debe estar bien.

Al amanecer, la nieta se lanzó de la cama y salió como un rayo buscar a su amiguita, pero no la encontró, el agua había arrastrado todo, limpiando el lugar.

En ese mismo lugar había caído el rayo, pensó que la había consumido antes de nacer, se puso muy triste al no ver rastro de nada y las lagrimas…

Cuando de repente alguien le toco por la espalda y le pregunto:

-¿por qué lloras?

La nieta viró para ver quien le estaba hablando, se alegró muchísimo, porque pensó que era su amigita que había adquirido vida.

La nieta le preguntó su nombre y ella respondió:

-me dicen Lodita y estoy extraviada en el bosque.

Aquella niña tenía los ojos como si fueran de pasa, las orejas como dos hermosas capullos de rosas, la nariz como si fuera de lodo, el pelo pajoso como de hierba seca y la boca como si la hubieran hecho con un palito, los diente muy brillante como la habichuela blanca.

La nietecita no pregunto más y agarró a Lodita de la mano y ambas salieron corriendo rumbo al bohío para darle la noticia a la abuelita.

Texto agregado el 19-10-2005, y leído por 917 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
25-10-2005 Un cuento muy tierno y de una sensibilidad envidiable. musquy
21-10-2005 Hermoso y tierno honeyrocio
19-10-2005 Una tierna historia. Ojo, el adjetivo cuando no da vida, mata. Un cariño. mariamorena
19-10-2005 El adjetivo cuando no dá vida, mata. Ojo con los ita. Mucha sencibilidad, en una tierna historia. mariamorena
19-10-2005 Un cuento encantador. Un abrazo Ikalinen
 
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