Nunca vi tanto dolor ni tanta fuerza para soportarlo.
Cuando sueño a veces deseo retornar al cuerpo de otro.
Desde abajo el fuego del cual emano me parece demasiado adolorido,
Como un ser que está ahí para ser evitado.
Son demasiadas las pesadillas que absorbe, como un medrugo que absorbe la humedad viciada del aire.
No me gusta porque no es libre; y si lo fuera... entonces no me tendría a mí.
-o-
Para ti.
Ambos sabemos y ambos entendemos. En los momentos confusos se sufre y se sufre porque se ha visto y experimentado demasiado dolor y por eso cambia la contextura del cuerpo.
Poseo la seguridad de dos, por eso me hundo de manera tan irresponsable...
Sin momentos confusos no poseo sentido aquí.
Es como haber sido contratado para algún trabajo:
Hundirse en el engaño ajeno,
Y retornar sabiendose querido y esperado.
-o-
La vida exige
La vida exige de todos y exige para todos
No se puede andar eligiendo "este sí y este no"
El amor no condena aquello que no es amado, lo ama igual, pero lo ama en su libertad y le desea su bien.
Se condena sólo aquello que se condena a sí mismo, por temor a la priopia libertad, nada más lo condena.
Pero la libertad - ya se ha dicho - posee sus riesgos... el sabor acre de la misma... y el conocimiento de los demás.
-o-
Pensamiento
¡Ay, pensamiento! Te fuiste sin despedirte y me dejaste aquí solo conmigo mismo.
Debo entonces enfrentarme a las cosas
Hablarles
Respetar sus silencios
-o-
Ya mi ser no me basta
mi ser que se fusiona con todo lo demás
me conozco demasiado bien
Y cuanto más conozco lo demás
Más me siento a mi mismo
Soy, como una prisión de posibilidad
Solo - como si ello fuera posible - desaparezco, ceso de existir.
-o-
A la extraña:
¿Vuelves para ser ambos sólamente uno?
Uno en lo pequeño
Uno en lo grande
Uno en la vivencia de una infinita variedad de sentimientos
Uno en el movimiento..., pero solamente uno.
-o-
Extraño mis lamentos
su melodía abisal
sus agudos estridentes
esos tonos cavernosos...
esa música de mi ser.
Sin ellos, pierdo toda profundidad.
-o-
El lamento viene solo
no precisa mucho esfuerzo de la imaginación
como un hombre-piedra que de manera automática - como un movimiento proveniente de la más profunda relajación - abre la boca para vaciar el contenido incontenible de sus entrañas.
Ya lo he dicho: el lamento viene solo.
Pero, si vienes tú, te exigiría a los golpes y con caricias, un segundo de emoción..., para luego retraerme en paz a la pasividad de las piedras.
-o-
Alucino
Vivo, en un mundo de fantasmas
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