K se convirtió en una cucaracha y encontró un pequeño agujero en el que se metió y nunca más quiso salir. Tras él, en la oscuridad, se hallaba la masa brumosa de los sueños. Masa llena de punticos de colores que se encendían, apagaban y otros, menos comunes, explotaban, haciendo en sus humos y vapores la nebulosa de la cual estaba compuesta la masa.

Cucaracha, cucarachita, lo cierto es que K en el fondo del pequeño agujero tenía el mundo de los sueños y por él se metía en las noches plagadas de estrellas y se transmutaba en un ser hermoso que parecía provenir de otro planeta y se sentaba largas horas al lado de la cama de a quien visitaba y largas horas conversaba con el cuerpo de sueños de quienes limpia y profundamente dormían.

- ¿Pero cómo es que haces tú para haberte convertido en una cucaracha?

Entonces K se convertía lentamente, enseñando el proceso de transformación, en una cucaracha; la función de los pelos de las patas, la función y percepción de las antenas. Si alguien hubiese entrado al cuarto en ese momento hubiese visto a una chica sorprendida con los ojos muy abiertos aprendiendo frente a una cucaracha de aura morada del tamaño de un humano medio.
Pronto la chica agarraría el truco y aprendería a convertirse ella misma en una libélula, en una mariquita, en una tarántula.

K2 se convirtió en una tarántula y encontró un pequeño agujero en el que se metió y del cual nunca más quiso salir.