Un hombre generoso permitió - "permitió" no es la palabra correcta, la palabra correcta más bien es "Mendigó" - mendigó que una otra persona escribiese por él un capítulo del libro de su vida. La persona así lo hizo. Posteriormente el hombre abrió el libro de su vida en el capítulo que la otra persona había escrito. En un comienzo todo le pareció una completa mamarrachada compuesta de garabatos incomprensibles. Pero pasado el tiempo fué entrando en contacto con todo eso que era tan ajeno a él y los garabatos y la mamarrachada se le fueron haciendo comprensibles y se le fueron revelando como algo absolutamente bello y hermoso perteneciente a un ámbito fuera del alcance de su imaginación. Tan hermoso era y tan hermoso fué lo que se le reveló, que sintió una profunda rabia al constatar que nunca hubiera podido hacerlo él mismo.

Cerró el libro de su vida y lo dejó como algo sagrado y ajeno a sí.

Y reencarnó como una cucaracha.