Te recuerdo así como te conocí, cercano, dulce, tan fuerte y tan frágil al mismo tiempo; te recuerdo de tantos días que caminamos juntos por un sendero que tejía nuestra imaginación, te recuerdo de tantos momentos cuando nos dabamos la vida uno a otro con palabras que sugerían la más terrible oscuridad y la más resplandeciente claridad... Te recuerdo así, de tantos instantes que vivimos, tantas escenas que actuamos, donde todo era tan real y donde yo decidí destruir el amor en un acto de crueldad donde te arrancaba el alma a mordiscos y me bebia la sangre de tus pensamientos.
¿Como no supe el daño que te hacía? quizás pretendía negar quien soy... una asesina de sueños, quien se reía tal vez mientras mataba tus ilusiones y te destrozaba la vida... ¿Como no darme cuenta? Días y días de ocultar mi maldad tras mis ojos, esos que tu creías te daban la vida; te pisoteaba los sentimientos para luego enviarte de mi casi imperceptible lobreguez a las tinieblas del infierno.
¿Quien soy yo para hacer lo que hice? ¡Nadie! No soy más que un ser marchito que sin razón alguna decidió destruirte... nunca quise herirte, pero es mi naturaleza hacer daño a la gente, extinguir las esperanzas de las almas perdidas que como tú, llegan a mi, buscando redención sin saber que seré el demonio que los lleve a la perdición.
Maldita mentira que me consumió antes de ver que podía salvarte, maldita cuando no me permitió respetar tus anhelos... de verdad te quise, pero pudo más la vileza de mi corazón que te condenó al sufrimiento eterno. Malditas noches de sufrimiento donde es la oscuridad quien me somete a mi, donde ni el más bajos de mis actos puede destruir la tenebrosa niebla que circunda mis venas, maldita mentira, nube gris que se posa en mi corazón, maldita que me hizo herirte y bendita que aunque tarde, te hizo vivir sin mi.
|