De una realidad vacía de todo a intentar algo, el milagro que no se razona abre paso a la locura que aun tampoco se explica.
Oculta y condenada en una prisión de un sin sentido a cuestas, me inquieta sentir desaparecer el tiempo, que la superficie áspera de la rutina, (un engendro de pasión ausente) vaya descascarando mi piel sin si quiera dejarmelo saber y en la unificación total de mis pensamientos, sellare estos sentimientos para percibir en los días la inmunidad ante el temor de lo efímero y lo fugaz; por eso con ojos de memoria gastada alcanzaré a ver que mi pasado es solo el instante que paso.
En mi rendición, la confusión sugirió un cambio y unos pensamientos atrás el miedo hubiese deshecho ilusión alguna, pero es ahora ese miedo una especie de poder que centraliza en el cuerpo esa energía reciclable e inmovilizada por la fuerza de voluntad en ausencia, que ahora me permite intentar y recuperar el sentido o en un mínimo descuido dejare de ser aun que este existiendo. El mayor problema es no tener riesgos.
La noche se mueve bajo una nube de melancolía espesa, aun que hoy no haya puente que comunique lo mediocre, hay un fuego mortal durmiente bajo las ruinas que llega a momento para resurgir de la esencia donde se funde el triunfo, desde entonces emergerá la satisfacción de haber ganado un espacio de gratitud en el salón del recuerdo.

Agustina