Un beso, una caricia sentí al mirarte sentí al ver que por fin se haría realidad todos mis más profundos deseos, sentí en el momento de tu partida un dolor interminable espero que esto no vuelva a doler, sólo espero eso que no vuelva a doler...
El tiempo pasaba mientras veía el reloj con determinación, no lo dejaba solo ni un minuto, debo admitir que soy bastante impaciente pero no desesperado así que prendí un cigarrillo y comencé...
>>Un lugar mágico, apasionante, tierra de amor, de locura, de intenso deseo y de muerte lenta, sólo él la veía, sólo él la podía observar detenidamente caminando sobre un río de almas vivas y mientras eso sucedía se creaban pequeñas lagrimas de hielo que escurrían sobre sus rojizas mejillas; el frío lo agobiaba se le notaba en los ojos, esos ojos quietos y callados sólo esperando ser iluminados por aquella sonrisa de diamantes anacarados que tenia.
Ella estaba encadenada a un destino turbio y mortal pero eso no importaba, eso era lo de menos el verlo le sentaba bien a su corazón que se encontraba de fuera que latía como una locomotora sin frenos nada le quitará ese sentimiento de anhelo y de compasión mezclado con una pasión desbordada y una tragedia inimaginable...pero no lo veía...
La verdad es que no recordaba como se sentía ese sentimiento de culpa que hacía tiempo me venia acechando, pero es reconfortante el hecho de pensar que algún día un ser se pueda morir junto con su otro ser y vivir en una burbuja interminable de poesía, de música angelical y un por un instante perderse en el tiempo y el espacio y dejar volar esa cosa llamada amor...
...pero sin pensarlo me tropecé con una pregunta de un pequeño gnomo diciéndome que hasta cuando el amor deja de ser amor y se convierte en una obsesión a tal grado de poder perder la vida por esta, lo único que le pude decir a esa pequeña criatura es que “no hay amor sin obsesión y no existe una obsesión sin un amor” eso fue todo lo que le argumente claro estupefacto por el repentino cuestionamiento de este gnomo llamado Fermín...
Fermín se encontraba en una situación similar por la que yo estaba pasando, se sentía solo, acabado, sin fuerzas y sin ganas de seguir buscando su alma viva, pero con un deseo inmenso de por fin poderla encontrar, lo único que había encontrado habían sido unas pequeñas algas de color azul con pequeñas manchas que según el gato pardo de la entrada nos había dicho que eran mortales, mortales para el corazón, recuerdo bien lo que me dijo el gato al pasar la gran puerta de hierro:
“Si vosotros por alguna razón encontráis unas algas de color azulosas bajo un roble inmenso con cicatrices aún supurando, no comer ni beber de éstas si así fuere el corazón se te hará piedra y poco después se te hará cenizas impidiéndote el encuentro con tu alma viva y matando a ésta”.
Jamás pensé que Fermín fuera tan cobarde como para comerse estas algas azules y destrozar por fin el corazón de él y de su alma viva, pero así fue, mientras caminábamos por un bosque de pequeñas hadas Fermín empezó con convulsiones, sus ojos se pusieron en blanco, de su boca salían palabras en latín y empezó a hinchársele el pecho, poco a poco se le fue viendo el corazón, un corazón rojo como el fuego hasta que una luz intensa salió y cremó el corazón.
Lo que Fermín me comentó mientras se convulsionaba es que buscara a un búho en el corazón del bosque él me daría la respuesta para encontrar a mi alma viva, recogí sus cenizas las puse en una pequeña caja y me dispuse a partir, a seguir buscando...
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