Inicio / Cuenteros Locales / pulsos / Un mar.
Pido parar. Un segundo nada más. Un instante pura y exclusivamente de reflexión.
Me busco en todos los espejos pero mi mirada ya no llega, absoluto silencio.
Continúo recorriendo tus mares, intentando naufragar de una buena vez. Demasiado vacía estás, como para albergar un alma con tantas complejidades. Demasiado mareada te encontrás, como para comprender ciertas cosas...
De pronto, en medio de tu dulce desierto, diviso una imágen que no termino de creer. Lo creo imposible. Pero a esta altura ya no quedan factores que limiten las posibilidades de nada. Mi cuerpo se deja a sí mísmo en total libertad. Mi mente reza por ver realidad.
Distingo un río tan puro que lo reconozco, que... si, alguna vez probé. Sé que nadé hasta fundirme con sus aguas, que me envolvió convirtiéndome en uno de sus brazos. Experimenté, extrañamente, la felicidad. Derramé lágrimas de alegría, esas de las que hablaba con total descreimiento.
Lo encontré! Quiero desintegrarme otra vez!
Enredandome en mis pasos fantasmas consigo arrimar vestigios de mi cuerpo hasta mi supuesta salvación.
Algo me frena de golpe. Y dudo de mí mísma al sorprenderme.
Uff... cómo no prever? Espejismos otra vez.
Demasiado lejos está tu alma hoy, como para comprenderte otra vez.
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Texto agregado el 18-10-2005, y leído por 125
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