“Henry & June”, sensualidad y exploración
Fue a finales del 1990 que se estrenó esta película muy comentada por sus escenas eróticas y por su bullada exhibición, por primera vez en celuloide, de un encuentro lesbico. En esa época no había edad para entrar a verla en pantalla grande, y tuve que arrendarla en VHS un año mas tarde, recuerdo, con una amiga para imbuirnos del autor que leíamos con pasión y entusiasmo y tal vez para desbocar nuestras hormonas adolescentes que asaltaba nuestros cuerpos y que relatábamos con vértigo: Henry Miller.
Mas allá del contenido erótico del film, “Henry & June” expresa una belleza en su fotografía, su música incidental y por esas tremendas actuaciones de, en esa época una incipiente Uma Thurman (June), la portuguesa María de Medeiros ( Anaís Nin), Fred Ward en el papel de Henry Miller y de Richard Grant ( Hugo) .
La película se interna en dar un relato que va más allá de contar la vida de dos escritores viviendo en París a principios de 1930: organiza el argumento de tal forma que los personajes principales Henry y Anaís se embaucan en la complejidad de examinar sus caminos que los diferencie en los estilos como escritores, teniendo como referente la honestidad y la franqueza, la exploración y la búsqueda de la verdad, estirando al limite la vida de un artista que coexiste con la depresión existencialista del futuro incierto.
En este sentido si vemos lo que fue la llamada “Generación Perdida” con Scott Fitzgerald, Hemingway, Stein, Pound, quienes vaticinaron la decadencia ética de un mundo ajeno y hostil, vemos que la única forma de sobrevivir era haciendo –y parafraseando a Hemingway- de París una fiesta.
Hay de esto en la obra, a mi juicio, muy bien capturado por el director del film Philip Kaufman, reflejado en los carnavales del barrio latino: frente al abismo inminente de un futuro trágico, que mejor que bailar, disfrazarse y terminar emborrachándose con los amigos o haciendo el amor al ritmo de los tambores. Pero el relato va más allá de lo descrito: es la sensualidad la que da su toque peculiar al film, que supera el hecho de mostrar un lenocinio lleno de mujeres dispuestas a satisfacer a los clientes, o al hecho de mostrar el encuentro lesbico entre Anaís y la esposa de Henry, June, sino que tiene que ver con el ritmo del relato, con la apuesta por rescatar la sensualidad de las cosas simples en la vida de seres complejos que a su manera quieren transformar el mundo que les rodea, hacerlo mas cercano y honesto a través del arte.
Sin embargo es innegable que lo que sustenta el film no es sólo la vida erótica tanto de Miller y Nin, como la complejidad a veces irritante de June: son los deseos, las pulsiones, los gestos, las miradas lo que dan la sensación a intervalos laberíntico de sus existencias: no, por el contrario no va en el mostrar, va en la capacidad de sugerir, insinuar a través de un film, que el erotismo existe en el relato, en el cómo se dice y se expresa los sentimientos, en el cómo se vive cada día como si fuera el último en la vida.
Henry Miller, en sus novelas consigue denunciar las represiones sociales y morales exaltando la búsqueda de la realización humana y sensual con un estilo anárquico. En el film se muestra tratando de encontrar el punto exacto para hacer de su opera prima “Trópico de Cáncer” una novela honesta y bien escrita. Para ello deberá sortear la critica de su confidente y amante Anaís Nin, quien a su vez intenta comprender esas pulsiones eróticas que Henry consigue exaltar, a través de diversos mecanismos que intenta embaucarla hacia el amor y fantasías por su marido, Hugo.
Anaís Nin también era muy buena escritora, hay en sus diarios íntimos una búsqueda permanente por entender sobre lo que significa ser mujer y su posición en un mundo “hecho” para hombres, a través de un tema negado –por lo menos de manera pública- en su momento para las mujeres como es el erotismo y el placer. En la película se trasluce sus intentos para advertir su complejidad humana.
La triangulación del argumento lo hace June, mujer de Henry, actriz, “prostituta” y luego Trabajadora Social, razón de todos los sacrificios para vencer la mediocridad y la escasez de recursos materiales.
Lo que impresiona de la película por su calidad y hermosura es la música incidental expresada en esos solos de trombones, oboes y trompetas, del jazz incipiente, del charlestón en retirada, de los acorde latinos con sus tambores cubanos. Es una “joyita” que dan al film una coherencia estilística.
Quienes vemos el arte como una forma de vida, de cambiar el mundo a través de las pequeñas cosas cotidianas, de la sensualidad, esta es una excelente película y tal vez motive como lo hizo conmigo, por descubrir más sobre los personajes-escritores y comprender mejor la sensibilidad de aquellos años.
Santiago Candia
Octubre de 2005.
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