El hombre utilizó su contraseña y el correo electrónico se desplegó delante de sus ojos, más tarde, camino a casa, digitó unos cuantos números en el bancomático y una cantidad de dinero le fue entregada por esa boca metálica. Al llegar a su casa, sacó la llave y la puerta le franqueó el paso. Cuando entró a su dormitorio, su mujer miraba el vacío. El, sin saludarla, se colocó su pijama y se acostó a dormir. Ella le dio la espalda y apagó la luz…
Texto agregado el 18-10-2005, y leído por 259
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Lectores Opinan
18-10-2005
Vivimos en un mundo automatizado...hasta las personas... yoria
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