La noche establece pactos
entre dos seres desconocidos,
una copa aniquila
sus pequeñas desconfianzas,
es mediadora entre el temblor
y las fantasías,
abre cauces para la palabra,
dos seres que nunca se han visto
franquean sus puertas entornadas,
coloquian a la luz de los candiles,
sonríen desde el fondo de sus corazones,
administran el color de sus emociones,
son felices el uno con el otro.
Dos seres que nunca se han visto
oscilan entre sus presunciones,
miden, cotejan, comparan,
las formalidades se desmigajan
y son soberanos del momento,
de pronto el candil vacila
y se apaga,
los corazones tiemblan,
en la penumbra una mano se posa
sobre la que aguarda temblorosa,
es la hora del encuentro,
del arribo de los sueños,
el acaricia esa mano
y ella sonríe apenas.
La noche se extiende
como alfombra
para esos seres amantes
de las caricias acuden los besos
y de estos nace el desenfreno,
ella le pide a gritos
que él jamás la deje sola,
se abandonan para encontrarse,
se juran amor eterno,
dos seres que nunca se han visto
hoy se funden en uno sólo,
la palabra amor se dibuja
en sus labios ardorosos,
es la vida y son las reglas
no escritas
que regula estas situaciones,
es la especie que se busca,
son dos seres
que nunca se habían visto
y que ahora se rinden a todo,
jurándose amor eterno…
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