Harta de cantautores,
rasgando sus guitarras.
Harta de ti,
con la boca llena,
de masticarte,
de comerte indigesta,
en horas crepusculares,
en calendarios lunares,
sonbrios,
de su propia nocturnidad numérica.
Harta de que me digas,
ne me quite pas,
que te abraces a mi cuerpo
y me impidas dejarte volar en picado.
Y sobre todo,
sobre todas las cosas,
harta del vacío,
de la nada de los versos,
de las crisálidas de mi vidrioso corazón,
que guardan recelosas,
las cadencias que me alejan de lo humano,
que me acercan a la imperfección,
a los inalcanzables deseos,
a las inalcanzables ganas,
de tener ganas,
de no hartarme del mundo. |