En la cárcel, el sacerdote conversa con Froilán y le da ánimos.
-No olvides, hijo, que todos dependemos de la fe.
-Lo sé padre.
-Nunca pierdas eso de vista.
-No lo haré padre.
-Recuerda que tienes que rezar todas las noches.
-Lo hago, padre, lo hago.
-Cuanto me alegro, hijo. Sé que tu espíritu está encendido.
-Como nunca padre.
-Bien hijo. Se acaba la hora de visitas.
-lamentablemente es así. Adiós padre, nos vemos la próxima semana.
- Nos vemos hijo. Rezaré por ti.
Y el hombre se retira, dejando al padre solitario en la celda. El sacerdote contempla con unción un pequeño crucifijo que se destaca nítido sobre la pared blanqueada a la cal…


Comentarios:

2005-09-28 18:50:35 chuta! en realidad se han ido invirtiéndo algunos papeles otrora los buenos pasaron a ser malos, eres único anemona



2005-09-28 01:30:27 Vaya, como somos capaces de imaginar el mal en cualquier persona menos en la que realmente lo ha hecho...me gustó sevica



2005-09-28 01:04:50 Fui leyendo desde el último y llegué a éste que me pareció el mejor, es excelente a mi modesto juicio***** india