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Inicio / Cuenteros Locales / hernan__ / Carta al Coordinador de los cuentos.net

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Sr. Coordinador de la página web loscuentos.net:

Le hago llegar mis más afectuosos saludos a la vez que mis felicitaciones por su dantesca labor en favor de un acto tan noble y elevado como es el fomento de la creatividad literaria, por su voluntad de apoyo a la literatura, por su encomiable ética de libertad de expresión virtualmente sin censura, en general, por su enorme contribución en nombre del arte y la libertad.

Muy al margen de criticar su honorable labor y su digno decálogo de objetivos, la causa de ser de la pagina web, permítaseme criticar algunas de las determinaciones y funciones, de índole administrativo, por las que se opta. Ya sea, de modo directo, es decir por elección a las alternativas que se les presentaron en el momento de su lanzamiento, o de otro modo, sea por derivar sus funciones a sendos encargados responsables de actividades desde las cuales cooperan hacia el objetivo de su reglamento institucional, y en cuanto a algunos otros tipos de jerarquias como aquellos cargos asignados a los moderadores quienes, dicho sea de paso, a mi juicio, dejan mucho que desear.

Es algo tan habitual, lo que obviamente no es sorpresa para nadie, la conducta de un verdadero moderador, la cual debiera estar orientada hacia una finalidad neutra, recatada y, sobretodo, objetiva, termina siendo netamente la de un típico usuario, subjetivo, completamente compenetrado con el entorno emotivo de la página, por no decir, los que más efusivamente participan de los embrollos de la misma, como si fueran el alma de la fiesta. Un auténtico moderador, juez, es un servidor a una causa honorable, a quien se le encargó una sacrificada labor, el hacerse cargo de muchos deberes y ser poseedor de muy pocos derechos, jamás un partícipe más con la cualidad de poseer abundancia de beneficios como sucede en loscuentos.net.

Pero siendo este tema algo de segunda importancia hacia el fundamento esencial de la presente, hagámoslo a un lado, al menos por un momento. La principal motivación que me lleva a escribirle, y siguiendo con lo que respecta a las jerarquias asignadas como material de recursos humanos, es la de criticar su normativa según reglamento, no tanto desde un punto de vista deontológico, como sería lo más lógico de pensar, sino desde una óptica sobretodo de carácter ético, filosófico y, porqué no decirlo también, existencial. Para ser concreto, y a lo que quiero llegar a referirme de una buena vez, aquel uso en la que los nuevos usuarios, pasados los 60 días, pasan a ser recategorizados como azules.

Es entonces donde yo replico airadamente y pongo de manifiesto:

¿Porqué maldita sea habrían de vestirme de azúl? Si mi casaca es una verde color vida, color libertad, color de la verdura que crece en el pastizal húmedo donde los terrenos son tierra de nadie y donde los cervatillos corretean libremente al costado del enmarañado matorral, donde los pinos sedientos se empinan por tocar lluvia y por escuchar los encantadores cantos de avesuchas que colman los cielos. Ese, procuro, sea mi hábitat y por ese fin exíjole se respete mi vestimenta. Pues a cambio de ella me pretenden vestir con una de color azúl. Espeluznante me parece la idea, ¿acaso me pretenden echar al saco gigante como uno más de ésos y ésas que leo cuando casualmente caigo extraviado por los pasillos faranduleros de su web?

Grupo de azules firmemente establecidos como sarna sobre piel, viste con regocijo y orgullo su color, ensimismados en la inderrumbable y necia idea de haber encontrado el sentido de sus vidas. Excitados por su supersticiosa noción de virtud, insuflados por una insoportable necedad y por una falsedad amañada que se da vida a sí misma bajo la forma de un cuento de hadas cuyo pueblo engalana aplaudiendo sin cesar a su rey, engañándolo y haciendo que su alma se pudra cada vez más. El rey protagonista, por su parte, padece del mal narcisista.

Por favor no se me enfile con ese rebaño de indeseables. ¿Porqué habríanme de comprometer tan sólo por el hecho de haber pasado alguna vez al azár, deteniéndome a descansar y contemplar el alba? Pues sólo eso hice y nada más. Como un curioso más rebusqué y rebusqué, leí me anime a escribir algo, luego lo publiqué. Pero sólo fue eso y nada más. ¿Porqué reclutarme con ese grupo de abonados sumisos que visten el gorro distintivo de su logia supérflua? Se sienten afortunados en pertenecer a una gregaria familia de uniformados, homogéneos, inyectados por una misma meta y filosofía de vida, pestífera, con actitudes, pensamientos y forma de vivir comunes, todos iguales. Entremezclan sus vidas e incluso hacen grupos de amigos privilegiándose leyendo sus cartas y poemas entre ellos mismos como si se tratáse de una fiestita amiguera de fin de semana o un club de espacimiento donde uno marca tarjeta para demostrar que es socio y cuenta con privilegios exclusivos junto a sus amistades. Pero lo más grave, todo ello, en nombre del arte, malbaratándolo, denigrando tan elevada actividad. Los dioses estarían realmente furiosos.

El arte, pues, ese ejercicio humano que nos distingue de las otras especies, nos lleva a pensar, a crear, a jugar con las ideas, a sacrificarnos y a desvivirnos por un ideal de belleza, de expresión y la de nuestros fantasmas. El arte esa infinita fuerza que nos lleva a buscar más y más. A trascender una obra perfeccionarla luego, empezar otra, volver a mejorarla y siempre buscando más, aportando mayor dinamismo, innovando. El arte es un infinito universo inalcanzable que se expande, un lobezno girando sobre sí mismo tratando de morderse la cola sin parar. Esa es la maravilla del arte. Nos permite soñar, embarcarnos en un sueño hacia el cosmos con la ilusión de encontrar nuestras luces astrales y destellos dentro de un inmenso cielo perlado que se aleja cada vez más.

El arte significa crear nuevas formas, establecer nuevos principios, ser espontáneo, genuino, innovador y revolucionario. Trazar sobre el lienzo a partir de nuevos círculos, de nuevos cuadrados y de nuevas notas musicales.

¿Porqué habrían entonces de imponerme su color? Si tanto trabajo me ha costado ser un ciudadano libre de mundo. ¿Porqué aniquilar ese espíritu libre? Si justamente mi destino, trato sea, transcender siempre el lugar donde estoy. Evolucionar, recolectar siempre de distintos viñedos y de distintos trigales, cascar las duras nueces, mirar a las alturas de la cima de las montañas y desear esa divina virtud. ¡Pues ese es mi ansiar! El dinamismo y no el conformismo. Mi querer es distinto y apunta hacia otros lares. Afortunadamente jamás compartiré el deseo de los otros. Mi escala de colores espontáneamente siempre se mueve, varía fluctuando desde lo daltónico hasta lo ultravioleta y de ahí dispara hacia lo indeterminable. Esa es mi naturaleza. Esa es mi voluntad. ¡Que no es la misma que la del rebaño!

¿Porqué anclarme, entonces, justo acá en el centro de la cloaca misma? Donde los payasos y estúpidos supérfluos también escriben, gesticulan, dialogan, pelean entre ellos, se aman y se odian, haciendo ridículas piruetas de simio de feria, conviven bajo su norma, pisan la tierra tan firmemente, allá abajo donde está el suelo de su institución con la cual contrajeron nupcias.

Me enorgullezco de ser un alma de mundo, emancipada. Mis narices desean respirar el aire fresco de las alturas nubladas entre las rocas y las montañas. Oh soledad, eres mi única patria, cuan dulce y tierna me habla tu voz!

Algún día entonces quizá dejaré de compartir labor con poetas y habré trascendido otro paso más, hacia arriba, casi ya cerca de las galaxias. Miraré entonces para abajo, y burlaré, no sólo el entorno en el que conviví alguna vez con estúpidos supérfluos sino también me reiré de lo que antes era y de lo que hacía. La mofa hará que me encuentre a mí mismo reubicándome en algún nuevo lugar en la cima manantial.

¡Por favor señores de loscuentos.net, ese es mi lugar y no este!

Es por ello que, estando ya subido en el carrusel, a pocas horas de ser un flamante miembro azúl de los cuentos.net, exijo se me tome en cuenta y se me exhonere de esa categoría absurda, característica de su público usuario, cuyas costumbres nada tienen que ver con los elevadísimos propósitos del arte, y por ende, de los ideales de una página web dedicada al mismo.

Finalizando ya, le ruego que, de no ser posible mi exhoneración, me lo comunique a la brevedad posible para tomar medidas al respecto.

Saludándole cordialmente y agradeciendo la atención prestada, quedo de ustedes

Hernán H. Ochoa Cruz

Texto agregado el 17-10-2005, y leído por 264 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
16-01-2007 vale la pena este texto crosti
12-10-2006 Demasiado apasionado al escribir...Me agrada cabaro
11-11-2005 Escribes muy bien; razonas todavía mejor (aunque no comparta algunas de tus opiniones) y por supuesto, seguiré leyéndote. Sin embargo, he de confesarte que yo no tengo la sensación de crear una obra de arte cuando escribo. Intento disfrutar de la chispa que de vez en cuando aparece y que me "obliga" a sentarme a trabajar para darle forma de cuento, preferentemente original. Ésta es mi única pretensión. Lo del rebaño es también discutible puesto que la escritura le convierte a uno en el ser más libre que haya existido jamás. En cuanto a si me sienta mejor o peor el azul, creo sinceramente que el color de los cuenteros no altera el producto. Un saludo. didi
08-11-2005 VAYA INDEPENDIENTEMENTE DE TU POSICION FILOSOFICA ..DESDE UN PUNTO DE VISTA DE EXPRESION ERES UN GENIO.. HACES LO QUE QUIERES CON LA PLUMA..QUE FUERZA!!!! bonita18
08-11-2005 ENCIERRA UNA VERDAD IRREFUTABLE.. MUCHA SOBERBIA AUTOMARGINACION.. EL GRUPO TAMBIEN ES UNA FORMA DE SER ESPONTANEO.. bonita18
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