Me llamaban "Carbón", nunca entendí porqué. Mi verdadero nombre es Carlos Artigas, y no recuerdo desde cuando lo hacían. Quizás desde que nací, un martes de primavera del mil ochocientos... Mi edad es de treinta y siete años, y no me queda mucho por andar. La ventizca me azota fuerte la cara. Hasta saludar a mis hijos me resulta agotador...
Estuve mucho tiempo rodeado de muchas personas que no conozco en busca de un miserable trabajo: competía con ellas en busca del humillante sueldo que nos pagarían si lo conseguíamos. La familia es un mal necesario, decía un amigo, y por esto nos esforzamos tanto. Sin ella, estaríamos muertos. Al menos, no me considero nada valioso en este mundo. Solo uno más en medio de la maraña en el que enferman personas como caen las hojas de los árboles en el otoño...
En fín, mi familia quizás no valga tanto, me dije, me mentí. Solo quiero que la culpa no me torture hasta llegar al final del precipicio...