Jorge llegó al hotel antes de la cita. Tenía el tiempo suficiente para registrarse en una habitación y relajarse un poco. Hoy podría ser su noche anhelada; tanta insistencia en conocerla, tantas frases galantes, tanto ímpetu en concertar desavenencias, pero finalmente lo había logrado, ella aceptó su invitación a cenar.
Él ya la conocía, Elisa era una hermosa joven veinteañera, alta y delgada, cabello corto color castaño, y con un enigmático lunar en la frente; al menos así lucía en la fotografía que le había enviado. Lo único que le parecía un poco extraño eran sus creencias en la santa Muerte y vestir siempre de negro, tal vez estaba de moda entre los jóvenes.
La esperó sentado en algún lugar discreto, donde pudiera observarla a placer sin ser visto.
Llegó puntual, la siguió con la mirada desde que cruzó el portal. Le pareció tan linda; ella poseía un carácter fuerte e innatamente dominador, así lo había denotado en sus mensajes electrónicos.
Vestía de forma muy juvenil pero elegante, toda de negro, con una blusa que dejaba al descubierto su abdomen plano, y por la espalda, se podía entrever una pequeña mariposa tatuada en colores rojo y azul al final de aquella cintura de suave piel cobriza.
Acudió a su encuentro. ¡Elisa! - le gritó. Ella se detuvo dándose vuelta. Se reconocieron y se abrazaron afectuosamente.
Se dirigieron al restaurante, decorado con candelabros estilo medieval, dando un aire místico al ambiente.
Las horas pasaron. Estaban disfrutando un café amargo, cuando Elisa se disculpó y se dirigió al tocador. Jorge la observó, enfocó su vista en el pequeño tatuaje, ...la mariposa se movía, y en un momento se transformó en una pequeña cara diabólica. Jorge se asustó, se talló los ojos, no podía ser cierto, seguramente era una alucinación ocasionada por el vino que se había tomado; no le dio importancia al suceso. Pidió la cuenta.
Minutos después se encontraban en la habitación, besándose y acariciándose con pasión; Jorge se detuvo y se dirigió rápidamente al baño, donde había dejado los preservativos. Al reflejarse en el espejo se quedó boquiabierto, tenía arañazos por todo el cuerpo. En ese momento escuchó una voz gutural y rasposa que lo llamaba “Te estoy esperando” seguida de risas burlonas.
Salió rápidamente del baño, y se quedó de pie mirándola estupefacto. Elisa se había transformado, su rostro, ahora tenía mirada profunda, los ojos le brillaban y parecían mas negros, su cara se había llenado de barros, líquidos putrefactos color verdoso emanaban de algunos granos reventados, sus labios estaban partidos y resecos. Escuchó como a sus espaldas la puerta se cerró violentamente.
- Ven, acércate un poco mas – le dijo con aquella voz extraña
Se acercó dando un pequeño paso hacia delante.
“Me he acostado con mujeres más feas” - pensó Jorge – y se abalanzó sobre ella; la tomó fuertemente entre sus brazos y la besó salvajemente en la boca, al tiempo que gotas de plasma y líquido rojo se escurrieron entre las comisuras de los labios sellando el amor que había nacido meses atrás en el Chat.
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