Podría pasarme la tarde metida en el mar, revolcada por las olas.
con sal por todo mi cuerpo.
Esté calor de verano me acaba lenta y mortíferamente.
A las 2 de la tarde es peor, no hay viento, ni brisa y la respiración se vuelve pesada, es como bailar en el engrudo.
La ropa se adhiere a la piel lastimosamente,
el sudor recorre mi cara y quema mis ojos.
solamente el agua fresca dentro y
fuera de mi cuerpo, me regala alivio.
pero tanta agua me vuelve aquosa, me transforma.
Texto agregado el 16-10-2005, y leído por 259
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Lectores Opinan
07-02-2006
Preferible acuosa que deshidratada porque entonces este relato no se habría llamado Un Verano en el Desierto sino que le habrías colocaso un urgente S.O.S. gui