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Inicio / Cuenteros Locales / jlareo / Prefiero perderme en mi infierno (sin antes dejar de perderme en tu paraiso)

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Un café. Una mesa. Un cigarrillo. Una mirada perdida hacia una puerta infinita que no esperaba que se abriera. Una mujer. Unos pasos delicados. Una caminata firme hacia otra mesa. Una mesa, la de al lado. Un café. Una mirada perdida. Unos ojos cruzándose con los míos. Delicadeza. Sencillez. Claridad. Mirada perpetua. Mirada eterna. El paraíso. El sostén. El intentar no dejarme caer. Profundidad. Miedo. Rechazo. Felicidad. Miedo. Incomodidad. Vergüenza. Parpadeo. Su mirada hacia otro lado. Mi mirada hacia otro lado. Preguntas. Sin respuestas. Dejarme caer. Darme por perdido antes de jugar. Envolverme en mis pensamientos. -Hola, ¿quién sos?-

La vida es una vida de compromiso. El compromiso de usar el tiempo que nos prestaron. Y usar ese tiempo, de la mejor manera posible. Vida quizás, con altibajos. Con mas bajos que altis. Comprender que todo es mentira. Que el diario de la mañana es mentira, igual que el diario de la tarde. Nada es amor. O todo. Amor ¿hay una definición para amor? Si alguien la sabe, explíquenmela. Vivimos en una jungla disfrazada. Donde los humanos somos los animales, y muchas veces somos peor que ellos. Traición. Maldad. Hipocresía. Tristeza. Quisiera ser un ser irracional. Y no sentir tristeza. Quisiera levantarme a la mañana y sentir, de una vez por todas algo de alegría. El despertador que suena, todos los días a la misma hora. Las ganas de revolearlo son irremediables. Las ganas de tener un martillo a mano, y en la oscuridad, pegarle. Pegarle hasta que de una vez por todas, deje de sonar. Pero no para de sonar. Y el mundo inconsciente en donde estaba sumergido, desaparece. Volver a la realidad. Y la tristeza, con el primer pensamiento de la mañana, vuelve a aparecer. ¿Tristeza por qué? Ni yo mismo lo se. La tristeza que me lleva a embriagarme para poder hacerla desaparecer. La misma tristeza que cuando me tomo el tren, me obliga a pensar en tirarme.

Una sonrisa. -Yo soy el que ha de perderse en mi infierno-. Ilusión, ¿hasta donde?. Una risa. Una risa suave como una nieve eterna. No mirar. No perderme. No al paraíso. No a la desilusión instantánea. -Antes de perder en tu infierno, deberías encontrar tu paraíso-. Su voz. Dulce. Mis ojos alzándose. Encontrándose con los suyos. -¿Dónde, si en cada rostro que miro, solamente encuentro tristeza?- Mirada introspectiva. Clemencia. La voz quebrada. La boca entreabierta. Sorpresa. Tristeza.

Los días son rutinarios. Siempre lo mismo, siempre igual. Cayendo cada día mas en la tristeza mas profunda y mas espesa. Las típicas preguntas ¿por qué?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo?, ¿quién?. Las típicas preguntas... y sin ninguna respuesta.

Bajo del tren perdido en mis pensamientos. Con esa sensación de pesadumbre que derrumba mi vida a cada instante. Cuando un terrible sentimiento me agota el alma. Me vi transportado al infierno del Dante. En uno de sus círculos en los que describe al infierno mismo. Desde arriba pude observar un mar de cabezas. Y yo obligado a pasarlo. Miedo. Ahogo. Terror. Asfixia. Pánico. Cabezas inmóviles y pensamientos aparentemente inútiles. Comprobar que el infierno no esta abajo y el paraíso... si existiera un paraíso... tampoco esta arriba. El infierno esta acá, en este mismo suelo que uno pisa. Bienvenido. Por ahí, Dante lo sabia desde antes. Por ahí, Dante se dio cuenta de esto hace mas de 500 años. Por ahí, el mundo (o el infierno), no cambio tanto en los últimos 500 años. Bienvenido al infierno. Gracias, Dante.

-¿Sabes? Ya no creo en nadie. Quisiera cambiarlo, pero no se como. Quisiera creer y pensar que hay algo en que aferrarme, como a un paraíso maravilloso. Pero los caminos están tapados y la mentira me tapa. Y no se como hacer para aferrarme a una ilusión, a un paraíso maravilloso. -

-Yo no se que hago acá. No se cual es mi destino. Si cada uno vino al mundo con una misión, todavía no encontré la mía. Voy caminando por la vida como un fantasma sin rumbo. Un fantasma sin una materia pendiente. O quizás si, quizás la tengo ¿sabes? Pero todavía no la encontré. Todavía no encontré lo que estoy buscando o lo que quiero hacer y ser y con quien lo quiero hacer. A veces buscar un significado a algo sin que lo tenga, puede ser complicado y puede ser imposible. Solo hay que hacer que valga la pena ¿sabes? No hay que mirar atrás con resentimiento. El resentimiento esta y ayuda a crecer. Crecer con pena, con tristeza, ¿con ira? con ira también. Pero hay que crecer, pibe. Deja de mirar las cosas con tristeza... -

-Pero hay que crecer, pibe. Deja de mirar las cosas con tristeza...-
Todo es mentira.
Crecer es mentira.
Vivir es mentira.
Morir es mentira.
El amor. ¿Será mentira?
¿El paraíso? ¿Existirá?
El infierno si... eso no es mentira.

Puedo liderar. Puedo amar. Puedo vivir. Puedo sentir tristeza. Puedo gritar. Puedo gritar muy fuerte... gritar tan fuerte que ni los otros puedan escucharme. O puedo gritar bajo... un grito suave al que todos escuchen. Necesito gritar y descargarme. Con vos no... Para vos... un suave susurro de viento... alcanza. Aunque hoy no. Hoy no es.

Un café. Una mesa. Un cigarrillo. Unos manos entrelazadas con otras manos. Dos pares de ojos encontrándose. Dos pares de ojos con tristeza. Dos pares de ojos con tristeza que juntos no producen mas tristeza. Sino algo, aunque sea algo... de alegría. Poca. Pero la necesaria para querer vivir ese momento y sentir que vale la pena, aunque sea ese momento.
-Te voy a volver a ver?-
-No lo sé, ¿querés realmente volver a verme?-

Un camino diferente. Una vuelta a casa extraña. Sin sentirse un boxeador derrotado. Un encuentro y la sensación de que ella volverá. De que tengo ganas de volver a verla. Y de que solo eso, solo eso me alcanza, porque si yo realmente quiero verla, lo voy a hacer. Un sueño relajado. Un despertar sin necesidad de romper el despertador. En vez de una herida abierta... una cicatriz. Y la sensación de que pronto va a mejorar.

Tomo su mano. Acaricio su cabello. Rozo la piel de su espalda deslizándome por su columna. Apoyo mis labios en los suyos. Los recorro. La abrazo sintiendo su piel con la mía. Su calor. Su corazón. Sus latidos. Su alma. Mi alma. Reviviendo. Las dos juntas. Nuestra explosión. Nuestro llanto al finalizar. Lagrimas de pena por no volver. Finalmente beso sus ojos y le doy las gracias por estar conmigo. Dormimos juntos toda la noche.

El adiós invisible. Porque ninguno de los dos pudimos decirlo. Sabia que ninguno de los dos podíamos decirlo. Sabia que esto no podía ser. El infierno y el paraíso no pueden convivir. Se cruzaran... pocas veces... podrán amarse... pero no podrán juntarse. Su cuerpo desnudo durmiendo en una paz tranquilizadora. Su cuerpo, solamente respirando. Su cabello sobre su espalda. Sus labios con una sonrisa suave. Una carta apurada. Un adiós para siempre.

El amor. ¿Será mentira? No. Pero no dura para siempre.

Voy camino al infierno. El mismo en el que estaba antes. Me siento como que estoy abajo del agua. Las personas hablan y no las escucho. Las personas cambian y a mi no me importa. Ya no me importa mas nada. Me importo yo mismo y... y mi paraíso. Y a pesar, de que mi paraíso se perdió... lo encontré. Ahora puedo perderme finalmente en mi infierno. Porque por fin encontré un sentido, un camino y sobre todo ganas. No puedo quedarme, porque si me quedo, te llevo conmigo... No quiero que vengas conmigo porque el camino es feo y penoso. Prefiero que te quedes disfrutando de tu paraíso, mientras yo... me quedo en mi infierno.

Texto agregado el 30-11-2001, y leído por 1606 visitantes. (1 voto)


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