En la muerte del designio del sol me ubico
amparado del destierro ilegal de mí;
confundiendo formas infinitas de luceros
que bailantes, mueven lento frenesí.

Desnudando magnitudes inestables,
empujando al mismo vientre del vacío
he visto moverse a las estrellas
rotando yo en estable giro.

(¿Y qué hay del equilibrio?
Dios sólo trata de ser
el instante de tiempo ínfimo
en que el todo pueda tender
a un equilibrio mínimo.

Quizá así sea este nuestro dios
un sólo personaje mimo
en este mundo de tanto alboroto
y ruido...).

Qué más da... -Nosotros sólo tenemos tiempo...
tiempo que aprovechar en profundas ilusiones,
el presente como tierra que podamos sembrar
(de simiente vital y creativa,
que crezca como letra furtiva
en diferente generación
de su seno cautiva).