EL DIEZ NUEVE SIN PUNTUACION

Cuando todos los grupos pasaron al patio a filarse para la media mañana nos quedamos solos en el salón mientras nuestros ojos centelleaban de furia

Yo era nuevo acaba de llegar a cursar quinto grado a La Salle y estaba dispuesto a no dejarme guevoniar de nadie

- ¿Qué es la bronquita conmigo?
- ! Muy bravo porqué te chuté la peinilla!
- ! Yo no sé!
- ! Yo tampoco!
- ! Conmigo te estrellás gran guevón !
- ¿Entonces qué?
- ¿Qué de qué?
- Hoy están dando queso en la media mañana pero si lo que quiere es bonche a la salida nos encontramos
- ¿Tenés miedo mariquita?
- ¿De usted ? No me hagas dar risa
- ! Diga dónde!
- Donde quiera o como quiera
- ! Ya o ahora mismo!
- ! Ahora mismo!

Empezamos a correr los pupitres despejando el espacio teníamos exactamente diez minutos para pelear porque había que salir antes de los tres repiques con los cuales a veces se ensañaba "Bosito" el campanero haciéndolos más rápidos para que todos los retardados quedaron automáticamente arrestados en las tardes

Peleamos con bravura sin pensar que en el fragor del combate el ruido de los pupitres necesariamente llamarían la atención del Hermano que revisaba el aseo de los salones Furioso llegó a separarnos a empellones

Casi arrastrándonos tomándonos de las orejas nos condujo hasta la rectoría

Allí El Hermano director nos anchó los ojos mientras su semblante se tornaba rojo al anunciar

! Los dos pierden un décimo de conducta!

El "Diez nueve" y yo pálidos y desconcertados esperamos la otra sentencia

Iríamos a estar juntos el resto de la tarde y sí insistíamos en pelear El Hermano Director sacaría su correa y nos daría una solemne paliza frente a todos los grupos desde los sardinos de primerito hasta los grandotes de quinto filados especialmente en el patio y con invitación obligatoria a ser espectadores.

“El Diez nueve" y yo tristes y desconcertados vimos salir esa tarde a todos los niños felices a jugar futbolito en las calles o elevar cometas en el morro que era la diversión predilecta en el mes de agosto cuando el viento sopla fuerte y nos divertíamos soltándole todo el hilo a los cometas que se reducían a puntos en el espacio hacia donde enviábamos mensajes escritos

“El Diez nueve" y yo pálidos y preocupados esperamos en la capilla simulando rezarle a San Luís Gonzaga quien según las historias del Hermano titular de grupo no había cometido un solo pecado venial en su vida

Yo a pesar de mis pocos años estaba sobrado hasta en los mortales ahora los deseos de venganza eran más pecados para agregar a la cuenta

Cuando regresó el Hermano director nos encontró arrodillados en las primeras escalinatas del altar donde comulgábamos mirando hacia la figura de yeso de San Juan Bautista de La Salle enseñándole a leer a un niño que señala algo en un texto

Nerviosamente entrecruzamos las manos al sentir sus pasos y de pronto " El Diez nueve" fingiendo que no lo había visto h hábilmente rompió el silencio y empezó a cantar.

Oh colegio de La Salle tan querido
Aquí nos tienes hoy
rebosantes con la alegría del perdón

El Hermano director a nuestras espaldas silencioso se quedó analizándonos y luego dijo

- Quédense barriendo y trapeando el patio salón y la capilla, después recogen las basuras y cuando terminen van a la rectoría para autorizarles la salida esta vez les perdono la falta no les voy a rebajar nada ni voy a mandar a llamar a sus padres

- ! Gracias reverencia!
- ! Gracias su reverencia!

Pero el religioso fingió no escucharlos y se alejó arrastrando la sotana por la capilla.

- Dios lo bendiga "pelao" que buena idea esa de cantar el himno vamos por las escobas y las trapiadoras

- Yo barro y usted trapea
- Como usted quiera " Diez nueve"

A partir de ese momento fuimos los mejores amigos tanto que cambié de puesto con
" El picado" para ser su compañero de pupitre

Nos prestábamos las tareas sabotiábamos parejo en clases nos burlábamos de los santos diciendo que tenía más carne un pensamiento de San Luís Gonzaga que la sopa escolar

En la calle nos llamaban "Los inseparables"

Cuando salíamos del colegio al verdor de las amplias mangas que bordearon al barrio trasladábamos el oeste visto en la televisión desdoblándonos en peligrosos gatilleros en indios o bandidos cuya cabeza ya tenía un precio estipulado hasta que una rara enfermedad le ganó la otra pelea

La muerte se lo llevó según aseguraba El Hermano director hacia el reino de los cielos para dialogar frente a frente con San Juan Bautista de La Salle aunque sigo convencido que el "Diez nueve" preferiría un millón de veces hablar conmigo que con el santo más conversador

William H Ramírez P
2005