HIJUECOMPUTER

Después de dos horas de laboriosa concentración frente al key board
el patético escribidor de cuentos incomprensibles y poemas de anacró-
nicas rimas y consonancias obsoletas presionó el fatídico ENTER y en
menos de cinco segundos apareció su lista caótica de cuentos inconta-
bles y poemas indeclamables, con menos estrellas que un largometraje
alternativo y una profusión de comentarios que de difusos a confusos
no hacían más que dejarle severas contusiones emocionales al apoplé-
jico escribidor.
"Hay 205 cuenteros en línea", decía una nota en la parte superior, indi-
cando claramente que en menos de cinco minutos lo único que el escri-
bidor podría acceder en la pantalla manchada de salsa de pizza neoyor-
kina y pollo a la General Tso sería la nota lapidaria que rezaba: "Lo sen-
timos, el sitio está demasiado congestionado. Regrese más tarde."


En la estadística caprichosa e irracional de los web sites había precisado
inicialmente que 198 cuenteros en línea era el máximo posible antes de
la categoría "demasiado congestionado".
Pero poco después se encontró con la excitante buena nueva de que si
coincidía su ENTER con el sign-off de algún otro cuentero exhausto de
tanto "agregar textos" podía tener acceso aunque hubieran 200 cuenteros
en línea.
En otra sección de su pc pomposamente rotulada COMPINFO (por com-
puter information) y bajo el pretencioso by-line STATISTICS había registrado
consecutivamente los arbitrarios límites que detonaban la bomba que
explotaba con un estruendoso "demasiado congestionado".
Hay 200 cuenteros=demasiado congestionado
Hay 197 cuenteros=demasiado congestionado
Hay 205 cuenteros=demasiado congestionado
Hay 191 cuenteros=demasiado congestionado(??????)
Hay 219 cuenteros=demasiado congestionado
La lista total contenía ya 1.908 líneas con el mismo mensaje y cifras que
estaban en forma absolutamente errática en el rango entre 191 y 230
El escribidor, con la loca esperanza de estar en uno de los días de 230
cuenteros=demasiado congestionado agonizó por unos instantes ante
el dilema de si darse por satisfecho, por el momento, o arriesgarse a
perder el acceso en medio de la edición y al final decidió chequear su
última obra maestra de la cuentística mundial. Para su horror el enigmá-
tico formato de la página mostraba un texto que parecía un poema
punk con líneas hasta de veinte palabras seguidas por líneas de solo
do
s
le-
tras y variaslíneas en las cuales todo aparecía pegadocomosisusdedos
en el keyboard hubierandescu
bierto la forma de generar líneas siamesas en la cybergenética loca del
Internet.
Con un suspiro de resignación volvió a la página de las dos o tres estre-
llitas solitarias y los comentarios obtusos y clavando un decidido flechazo
a Editar presionó ENTER y durante casi media hora hijueputeó
sin pausas y con creciente aumento de los sístoles y las diástoles has-
ta que al fin terminó de reorganizar el texto con líneas mínimas que no
pasaran de cinco palabras para evitar la casca
da
de
pala
br
as inconclusasqueapar ecían siempre que enviaba sus textos a través del
sistema de Paste.
Cerrando los ojos y experimentando un golpeteo violento en las sienes y
una taquicardia padre oprimió ENTER.
Cuando abrió los ojos y miró la pantalla lanzó un aullido como de hombre
lobo en ayuno de Viernes Santo y entre alaridos y patadones repitió varias
veces, cada vez más exaltado y furioso el vano intento:
ENTER.....ENTER....ENTER...ENTER....
Cuando los loqueros del Hospital Siquiátrico se marcharon los detectives
que lograron convencerlo de que no se lanzara al vacío desde el octavo pi-
so del Hotel Patagonia deslizaron lentamente el Ratón de la computa-
dora y cuando esta se iluminó leyeron el críptico mensaje:
Lo sentimos. El sitio está demasiado congestionado..............