Amor extraño aquel: sustitución de roles, aspiración de eternidad, intento infructuoso, simulacro ilusorio con resultado incierto. Los trastocó. Se volvieron suspicaces, recelosos, susceptibles. Acaudalados compradores en ese remate de ausencias que para ellos fue la vida.
Amor extraño aquel: infiltrado por tristezas, emparchado con jirones de recuerdos, con remiendos de amarguras y alícuotas de infelicidad. Puertas cerradas. Palabras por detrás de las palabras, murallas de oscuras miradas. Caídas en el vacío, heridas abiertas, pretensiones.
Amor extraño aquel: verdades a medias, confianzas desconfiadas, ganas de escapar y de morir por esas hemorragias de silencios y revelaciones a destiempo. Amor maltrecho, corroído por sospechas que volvió equívoco cualquier signo del destino.
Amor extraño aquel que terminó por alterar el tiempo, trastocando el lugar de la noche, porque no les era suficiente para acaparar las sombras en las que se perdieron buscando, una vez más, la soledad para ese efímero retazo de sueños que es la vida.
© Simon Paterson
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