Sobre un inmenso mar de distancia, al borde de la nada, ilumina una ilusión fuerte y hermética a la que ni el tiempo destructor y abrasivo, ni la mísera angustia alcanzaran a apagar, mientras pueda conmoverme con un recuerdo o con el sonido intenso de un silencio que se explica solo o pueda seguir comprendiendo la dimensión del brillo de una mirada que es invencible ante todo, así asumo la condena del dolor que se apropia de mi piel para evitar ser arrancado.
Hoy muere un día y mañana morirá enseguida, el instante es este, dejemos de perder. Tenemos la opción de recomenzar la batalla. Por mi parte contra la incertidumbre sembrare paciencia en el campo de la espera. Pero, entre otras, es ahora esta pena la que me somete al derrumbe y acumula cansancio y desamparo, presencia incesante que desvanece ese lucero de esperanza y reclama tanta calma como valor para decidir y arriesgar.
Abro las puertas al destino y entrego mi pasado determinando lo que no pudo ser y sin lamentos desafió a la resistencia que aun permanece, esencial en vísperas de una decision.
Me dispuse a amarte y lo volvería a hacer; ya no tengo mas que sentir, solo espero que la tristeza se transforme invisible y sin querer mirar a mi alrededor, mi vida transcurrirá entre las brasas de lo que fue al momento mi única realidad.

Agustina