Paquito, de seis años e hijo de Teresita y Alfonso, no era lo que se dice un niño educado en la fe católica. Muy a pesar de doña Teresa; la madre de Teresita y suegra de Alfonso, Paquito no recibía ni en casa ni en el colegio la más mínima educación religiosa.

A Paquito sus padres eso si, pretendían darle una educación con otros valores distintos a los convencionales. Por eso desde muy pequeño sabía lo que estaba bien y lo que estaba mal.

El chaval evolucionaba como persona, mas centrado en sus propias potencialidades como individuo perteneciente a una sociedad abierta que como parte de una tendencia sectorial.

En vez de afirmar ciertas creencias heredadas, iba poco a poco afirmando de una manera amplia su personalidad con respecto a su propio desarrollo integral.
Recibía pues una educación liberadora y generalista que le hacía reaccionar por si solo ante los estímulos de lo que le rodeaba, a valerse por si mismo y a adoptar las posturas mas coherentes con sus convicciones obtenidas a través de la experiencia.

Con estas premisas, es comprensible que a Doña Teresa, católica de las de toda la vida, catequista, lectora compulsiva de biografías santificadas y coleccionista de pintura religiosa, le fuese prácticamente imposible, por más que lo intentara, instruir u orientar a su nieto dentro de la, bajo su punto de vista, verdadera fe.

Pero en cierta ocasión y a cuenta de un viaje de los padres, Doña Teresa tuvo el campo libre, tiempo suficiente y empeño, que no le faltaba… para inducir en Paquito algunas de sus certezas.

Unos días después, estaba segura de haber conseguido, con paciencia y tesón, convencer a Paquito de la existencia de un supremo hacedor, Dios, el que está en todas partes y la razón de ser de todas las cosas.

A la mañana siguiente, muy temprano, observó horrorizada desde su ventana una enorme hoguera en el patio. Allí ardían su imagen de la Virgen de Guadalupe, El corazón de Jesús grande y el pequeño, los crucifijos de las habitaciones, los cuadros religiosos y un buen puñado de libros, catecismos, Bíblias y nuevos testamentos.

Una vez convencido de su existencia, Paquito había decidido acabar con el monstruo cuanto antes.