Corceles
He regresado a casa, como siempre solo. Vacío, tropiezo en los callejones, levanto la mirada al cielo y pregunto, maldigo, gruño y escupo todo mi veneno, todos mis sueños, todos mis ruegos, me enfado por mi estupidez, me escandalizo por sus injusticias, me avergüenzo por mi ingenuidad, intento abrir la puerta, sondeo un espacio vacío con una llave que se me antoja demasiado grande, casi tanto como el mundo, seguro que igual de grande que mi mundo, una sombra negra me regala un gesto de cariño, a veces creo que sólo mi gato me quiere, me espera, me mira como a alguien especial, me mira como a alguien a quien merezca la pena mirar, golpeo de nuevo la pared hasta que me sangran los nudillos, bramo de dolor al mismo tiempo que lo agradezco como si fuera una bendición, sentir dolor es mejor que no sentir nada, sé que nadie se fijará en mi piel lacerada, se que curará pronto, este jodido cuerpo se repara, se recompone a demasiada velocidad, me siento a revisar una vida defectuosa, es la hora mágica, en la que el alcohol y el auto castigo te permiten ser sincero con tu condición, no necesito ser fuerte, nadie me pide que sea fuerte, no tengo que revisar mi lista de batallas ajenas por ganar, es duro servir sólo como ariete del destino, como sparing de la gente que quieres, como un chamán en prácticas, como un gurú sin nada inteligente que decir, la vida elige a blancos corceles para el deleite de jinetes afortunados, y a grises percherones para arrastrar su peso, demasiado peso, aún no recuerdo la última vez que fui corcel, que alguien posó su mirada o su pensamiento en mí viéndome blanco, en la hora mágica todo vale, mañana regresaré al mundo con mi gruesa armadura, apretaré los dientes, me reiré de mis heridas y mataré todos los dragones que os molesten, cargaré todo el peso que necesitéis, corceles blancos, pero ahora no, es la hora mágica, limpiaré mi puño y la pared, sangraré sin hacer demasiado ruido, desnudaré mi cuerpo y me entregaré a Morfeo, quién sabe, puede que mañana mi gato se alegre al verme.
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